El Diario

La noche quiteña de Messi

- Andrés Eliceche QUITO

Nadie como él. Leo Messi compite con su leyenda. Héroe de la pelota en Rosario, Barcelona y el Congo belga, su nombre es adjetivo, bandera, himno del fútbol y, desde ahora, también rey de las alturas. Quito no olvidará la hazaña de un solo hombre, él, amo y señor del destino futbolero de una nación que se antojaba arruinada, condenada al oprobio, y en un pes- tañeo resulta que ahora hace planes para visitar Moscú.

¿Cuánto cuesta un pasaje a Rusia? Nada, comparado con el valor simbólico que tiene que el mejor de todos pilotee el avión. Por su cuenta y orden sacó a la Argentina de la peor tormenta. Una noche que el fútbol guardará en un archivo de cinco letras. En palabras de su entrenador: “Messi no le debe un Mundial a Argentina; el fútbol le debe un Mundial a Messi. Es el mejor de la historia”.

Nadie como él. Los rivales lo miran con lupa, lo estudian, lo intentan minimizar, y él cada vez se hace más grande. Se exigía coraje para levantarse de un gol ecuatorian­o a los 40 segundos, que parecía el inicio del autocumpli­miento de la profecía que dejaría a la Argentina sin un Mundial después de 48 años.

Nadie como él. El calentamie­nto oficia de predicción: Messi patea y entra una, entran dos, entran tres. Había afinado la puntería en un ambiente inusual para la selección: los aplausos taparon la voz del locutor cuando lo nombró. Estaba visto que, sin nada que jugarse, los ecuatorian­os habían comprado su ticket para verlo a él. ¿O los animaba el morbo? Dejar fuera de Rusia 2018 al mejor futbolista del mundo pintaba como una de esas historias que crecen con los años. Contarán otra, más linda, más emotiva: haber sido testigos del recital más grande que el 10 haya animado con la camiseta de Argentina.

Nadie como él. Estira las estadístic­as goleadoras hasta lo indecible y los estudiosos de los números sacan cuentas de la cantidad de hat-tricks que ahora tiene, como si su dimensión pudiera abarcarse en números. Nadie en este planeta es capaz de juguetear así con la pelota, con los hinchas, con los miedos de los compañeros, con la incredulid­ad de los contrarios y con los que estaban agazapados frente al televisor esperando verlo derrotado. A esos también les ganó, aunque no le importe mucho. Los venció en una imperecede­ra noche quiteña Lionel Andrés Messi.

Porque nadie como él.

Nadie como el genio, que evitó una tragedia para Argentina y para el fútbol

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/GETTY IMAGES Tras su noche mágica con la Albicelest­e, Messi brincó y cantó la misión cumplida.

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