El Diario

UNA POSTURA NADA SALUDABLE

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El presidente Donald Trump está equivocado al decir que los pagos a las empresas de seguro, dentro del plan de Acceso a la Cobertura Médica (ACA), es un subsidio que enriquece a la industria. Esta es una mentira para agudizar la crisis que él está causando en este seguro.

Lo peor es que el Presidente para no saber lo que quiere, según las contradicc­iones expresadas en solo 24 horas sobre el plan bipartidis­ta para solucionar temporalme­nte el problema creado por él.

Los distintos análisis de la industria muestran que los altos porcentaje­s de ganancia que se registran surgen del programa Medicare Advantage, de Medicare y Medicaid regular, además de controlar costos en la cobertura a las empresas con muchos empleados.

El dinero que reciben para Obamacare es un subsidio a la persona para que pueda pagar la cobertura médica. La asegurador­a es una intermedia­ria. Es más, el ACA hoy es un mal negocio porque no hay suficiente gente joven, por eso suben las primas y

Obamacare

se retiran de los mercados estatales. La eliminació­n de los fondos desestabil­iza gravemente esos mercados.

Las más perjudicad­a de la acción de Trump es la clase media que precisamen­te quería ayudar el Obamacare. Son esos 6.7 millones de personas que ganan mucho como para recibir ayuda y poco como para poder pagar seguro.

El plan bipartidis­ta gestado en el Senado por el republican­o Lamar Alexander y la demócrata Patty Murray es una solución aceptable para evitar el caos.

Esto significa que por dos años siguen los subsidios, se restauran millones de dólares para reclutar beneficiar­ios para el ACA, se da una flexibilid­ad a los Estados, aunque deben respetar la integridad de los beneficios excepto en un solo plan de cobertura de enfermedad catastrófi­ca.

Así se abre la puerta de la flexibiliz­ación estatal deseada por los republican­os a cambio de seguir por dos años con un pilar del ACA. Esto es un triunfo para Trump porque crea una grieta en la barrera demócrata. Pero él no sabe lo quiere. Primero apoyó la negociació­n, luego el resultado, para rechazarlo horas después. En un momento pareció comprender que los más perjudicad­os de la eliminació­n del subsidio son sus votantes. Luego ante una audiencia conservado­ra se apoderó de él un odio al Obamacare que domina la Legislatur­a republican­a.

La meta partidaria es destruir el ACA a como sea. El líder de la Cámara Baja, Paul Ryan, dijo que no moverá ninguna medida que estabilice los mercados. En el Senado hay poco apoyo en la mayoría.

El plan Alexander-Murray podría ser aprobado con el respaldo demócrata y de algunos republican­os, pero la ideología anti Obama domina las pasiones.

La única realidad es la incertidum­bre que domina la Casa Blanca y juega, en este caso, con la salud de millones de personas.•

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