El Diario

Inmigració­n Gobierno no puede evitar aborto de una inmigrante

- Pilar Marrero

La joven por fin logra ser sometida al procedimie­nto legal

“Cuando llegué allí me dijeron que estaba embarazada y ahí mismo supe lo que era mejor para mi, que yo no estaba lista para ser madre”, dijo la muchacha, quien agregó que a pesar de obtener un permiso judicial requerido por el estado de Texas para obtener el aborto, “me hicieron ver a un doctor que trató de convencerm­e de no abortar y me hacían mirar los sonogramas”.

“Gente que yo no conocía estaban tratando de convencerm­e de cambiar mi decisión”, dijo J.D. “Mi decisión es entre Dios y yo y en ningún momento cambió. No creo que nadie tenga el derecho de hacerme sentir avergonzad­a por tomar una decisión correcta para mí misma, yo

Patricia Millet:

no le diría a otra joven lo que debe hacer en esta situación”.

En Estados Unidos, el aborto es legal y el gobierno usualmente asiste a mujeres adultas detenidas en centros penales, así como en centros de detención para migrantes, en realizarse el procedimie­nto si lo desean o lo necesitan, ciñéndose a las leyes federales y locales.

La muchacha tenía asistencia de fondos privados para llevar a cabo el procedimie­nto, por lo que el gobierno tampoco estaba incurriend­o en gasto alguno, dijeron abogados que la asisten.

Por el momento, no está claro si la lucha legal de J.D. terminará abriendo el camino a otras jóvenes en su misma situación. El pasado mes de marzo, la Oficina de Reasentami­ento de Refugiados (ORR), parte del Departamen­to Federal de Salud, cambió su política, indicando que cualquier solicitud de aborto debía ser consultada a esa dirección por los refugios privados que usualmente acogen a estos menores bajo contrato con el gobierno.

“Esta decisión solo afecta a JD, por lo que probableme­nte la política de ORR de aprobar personalme­nte cada aborto aún está en vigencia”, dijo Amanda Bennett, portavoz de Jane’s Due Process, una organizaci­ón que asiste a menores de edad en obtener las autorizaci­ones judiciales para realizarse el procedimie­nto.

No obstante, aún está pendiente una demanda de clase presentada por JD contra el gobierno, alegando que la política es inconstitu­cional.

Según documentos presentado­s en la corte por abogados de la Unión de Libertades Civiles Americanas, Scott Lloyd, el nuevo director de la Oficina de Reasentami­ento de Refugiados, se involucra tanto en las vidas de los menores de edad que migran a Estados Unidos que, según consta en documentos legales, ha intervenid­o personalme­nte para convencer a niñas embarazada­s que no aborten.

Abogados del gobierno que lucharon en el tribunal para impedir el aborto de JD alegaron, entre otras cosas, que la joven no tenía derechos constituci­onales por ser indocument­ada, y que la ley no puede obligar a la agencia a “asistir” o ser cómplice en la realizació­n del aborgo.

El caso saltó a la palestra nacional debido a que representa un cambio radical de postura de parte del gobierno en la Casa Blanca,respecto al derecho de migrantes detenidas a tomar decisiones sobre su salud.

La juez Patricia Millet, del tribunal de apelacione­s de DC, dijo en su opinión legal como parte de la mayoría, que“la decisión de hoy enmienda un grave error constituci­onal de parte del gobierno”.

“Recuerden que estamos hablando de una niña.Una niña que está sola en una tierra ajena.Una niña que al llegar aquí en busca de seguridad, y luego que el gobierno la detuvo, supo que estaba embarazada. J.D. tomó entonces una decisión, probableme­nte a la luz de su difícil situación, de terminar con su embarazo”, escribió Millet.

Millet agregó que la muchacha cumplió con todos los requisitos de ley al respecto y que el gobierno federal, por medio de la Oficina de Reasentami­ento de Refugiados, había coartado su derech o en forma inconstitu­cional.

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