El Diario

Un problema estomacal real

- Redacción www.IsmaelCala.com

Disfraz, historias de miedo y dulces. Estos son los tres elementos que enloquecen a los niños en la noche de Halloween.

¿Y es que a qué niño no le gusta representa­r a su personaje favorito, escuchar historieta­s que le pongan los pelos de punta y comer chocolates y dulces?

Tal vez a todos, pero desafortun­adamente algunos son muy nerviosos o tienen problemas de salud que les limita el consumo de golosinas.

Silvia Delgado, dietista registrada para Kaiser Permanente en Baldwin Park, ofrece los siguientes consejos que le permitirán al niño saludable, obeso, asmático, diabético y alérgico disfrutar de la noche de terror sin antojarse de comer gran cantidad de dulces.

Prepare una cena nutritiva —que contenga vegetales, granos enteros y proteína— antes de salir de casa a pedir dulces. De esta manera el niño o la niña estará lleno y disminuirá el antojo por los dulces.

En vez de ofrecer dulces, regale paqueticos de botanas saludables como pretzels, almendras o uvas pasas. También puede repartir juguetes pequeños, calcomanía­s o artículos escolares (marcadores lápices, borradores, etc.).

Camine con sus hijos de casa en casa, en lugar de llevarlos en auto a pedir dulces.

Antes de salir de casa, establezca con el niño la cantidad de dulces que podrá comer por día. La dietista Delgado recomienda una o dos golosinas diarias. También recomienda que se elijan dulces de tamaño “bite size” en lugar de “fun size”. Esto asegura que el menor coma dulces con moderación.

La dietista Delgado recuerda a los padres de los niños con alergias que estos sólo deben comer dulces etiquetado­s; éstos nos ayudan a determinar si contienen algún ingredient­e dañino.

Antes de salir de casa recuérdele a su hijo qué ingredient­es no puede comer y las posibles consecuenc­ias de hacerlo.

Asegúrese que su hijo sepa las medidas de seguridad que debe tomar si tiene una reacción alérgica.

Pídale a su hijo que no coma golosinas mientras esté pidiendo dulces. Hay que esperar hasta que regrese a casa y separar todos los dulces que contengan nueces o algún otro alimento que le pueda causar una reacción.

El 5% de los menores de 18 años son alérgicos a algún alimento, según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC).

Delgado asegura que los menores diabéticos pueden comer algunas de sus golosinas favoritas en la noche de Halloween.

“La clave está en la planeación y la moderación“, dice.

Para ello, la dietista registrada recomienda “incorporar una o dos de las golosinas favoritas de su hijo como parte de su menú” para poder controlar la cantidad de carbohidra­tos que coma durante el La gran carga de azúcar, colorantes y saborizant­es, ingredient­es que abundan en las golosinas, pueden irritar el estómago y producir dolor abdominal, vómitos y diarreas, dependiend­o de la sensibilid­ad del niño. día. “De esta manera se puede intercambi­ar un alimento por un dulce siguiendo el plan de intercambi­o de alimentos de su hijo”.

Antes de darle una golosina a su hijo lea la informació­n nutriciona­l de las etiquetas para saber la cantidad de carbohidra­tos que se encuentran en esos dulces. Hay que recordar que los carbohidra­tos que se encuentran en los alimentos se convierten en azúcar.

Asegúrese de revisar los niveles de glucosa en la sangre de su hijo antes de salir de casa. La caminata puede causar que el azúcar en la sangre baje demasiado.

De ser posible, ofrézcale a su hijo la oportunida­d de intercambi­ar sus dulces por otros objetos especiales, como un libro o pequeños juguetes, o un viaje al cine con la familia.

Y recuerde que luego de que su hijo diabético, obeso o con problemas de alergia se divirtió con la actividad de recoger dulces en centros comerciale­s o en las rutas familiares de casa en casa, usted puede regalar las golosinas recibidas a amigos, compañeros de trabajo u organizaci­ones no lucrativas

niños.. que organizan periódicam­ente eventos recreativo­s para los

Resulta paradójico escribir sobre celebracio­nes en un entorno de cultura occidental. Si algo sabemos y manejamos a la perfección es la búsqueda de espacios, razones y ocasiones para compartir y festejar. No obstante, en la eterna búsqueda del despertar consciente, en esta oportunida­d quiero hablarte de la importanci­a de celebrar, no solo lo grande, sino todas y cada una de las bendicione­s que recibimos a diario.

¿Cuántas veces has celebrado el milagro maravillos­o de despertar en la mañana? ¿Cuándo fue la última vez que te alegraste por el logro de otro como si hubiese sido propio? ¿Desde hace cuánto tiempo no festejas las pequeñas victorias por estar esperando el GRAN logro? E incluso, quisiera invitarte a que te cuestiones si serías capaz de celebrar por aquello que terminó, por bueno que haya sido en su momento.

Un ejemplo de cultura de la celebració­n la encontramo­s en el Reino de Bután. Allí dedican un 30% de los días del año a celebrar su cultura, a través del baile y de representa­ciones ancestrale­s, sus raíces y valores que los aglutinan como sociedad. Y vaya que ellos saben de celebrar, ya que no en vano son pioneros en medir el Índice de “Felicidad Bruta” en sustitució­n del Producto Interno Bruto.

Aunque es frecuente que la rutina nos lleve a dar todo por hecho, no debemos olvidar que siempre hay razones para alegrarnos por nuestros pequeños logros.

Y no nos llamemos a engaños, todo extremo tiene sus riesgos. Con el advenimien­to de las redes sociales, pareciera que es tendencia “celebrar” cada día del año un motivo diferente. Así nos encontramo­s con festejos como el Día de la Sonrisa, el Día del Beso, entre muchos otros. Esta costumbre no es buena ni mala per se pero mantengamo­s lo genuino de nuestra celebració­n, enlazándol­o a alguien de nuestro entorno y “humanizand­o” lo que consumimos a través de la tecnología.

En nuestro afán de control, es frecuente que la felicidad de un momento de celebració­n se convierta en tristeza cuando termina. He allí el verdadero reto. Así como dijo un sabio una vez: “No llores porque se acabó; sonríe porque sucedió”.

El hecho de festejar el final de una fase implica también cerrar ciclos y practicar el desapego. Así como en un momento de nuestras vidas le damos la bienvenida a lo nuevo, cuando celebramos lo que terminó estamos pasando la página y dejando la puerta abierta para que lleguen buenas nuevas.

Con la cercanía del cierre del año, me gustaría motivarte a revisar tu Índice Personal de Celebració­n y a plantearte metas de festejo para el próximo año, recordar lo vivido en gratitud y sin dejar de compartir con otros sus milagro!. victorias personales.

¡Dios es amor, hágase el

La felicidad está en el camino, no en el destino.

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