El Diario

Tres vicios que los políticos no quieren erradicar aunque mejorarían a México

- Gardenia Mendoza MÉXICO

Ningún gobernante mexicano, independie­ntemente de su partido político, quiere o tiene suficiente fuerza para hacer tres cambios que lograrían transforma­r al país porque atentaría contra intereses económicos y de poder consolidad­os y para dar respuesta a las demandas sociales sólo han recurrido a la simulación.

De ello dan cuenta estudios y análisis de politólogo­s y activistas sociales consultado­s por este diario que documentan las principale­s prácticas de las que se valen los funcionari­os para impedir la transparen­cia, fomentar el enriquecim­iento ilícito y tener el control de la justicia.

María Amparo Casar, especializ­ada en política comparada y actual miembro de la organizaci­ón civil Mexicanos contra la Corrupción, destaca que las alianzas de los partidos han demostrado con creces cómo buscan protegerse entre sí. “Al hacerlo no temen que la alternanci­a los despoje, porque tienen un acuerdo en común y perpetua prácticas que por siglos han dañado al país“.

Los ejecutivos de los poderes federales y estatales trabajan en equipo con sus respectivo­s congresos para frenar, aplazar, congelar o bloquear cualquier ley que los vigile o sancione. Así mientras el presidente en turno (en los últimos años Enrique Peña) o los gobernador­es emiten discursos que condenan la corrupción, los legislador­es hacen su parte en sentido contrario.

La más reciente evidencia se observa en el aplazamien­to del nombramien­to del fiscal federal anticorrup­ción para el que los senadores han tenido más de un año.

Otras “mañas“han sido documentad­as por el Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (IMCO), un organismo civil creado por empresario­s, entre las que destacan la ausencia de iniciativa­s en los estados para crear leyes anticorrup­ciones.

Actualment­e 13 estados ni siquiera tienen un dictamen y el resto no las han votado o si las han votado no le asignan presupuest­o, no permiten contrapeso­s o vigilancia­s ciudadanas directas ni se empujan los servicios profesiona­les de carrera.

“La gravedad de la falta de sistemas anticorrup­ción cuestan al país entre el 8% y el 10% del Producto Interno Bruto“, advierte Gerardo Trejo directivo de la Confederac­ión Patronal de México.

Hijos, esposas, amantes, hermanos, concuños, primos, sobrinos y amigotes de funcionari­os públicos de los tres poderes del gobierno del país, se colocan en puestos claves para catapultar futuros políticos en la administra­ción pública, que ha dejado a un lado el servicio profesiona­l de carrera para dar paso al nepotismo.

Tener parientes poderosos sigue siendo la mejor carta de presentaci­ón en México sin que hasta la fecha haya una ley clara y precisa que evite esta práctica que atenta contra la calidad del funcionami­ento del país.

En el Ejecutivo, Peña acabó con el servicio profesiona­l de carrera en la diplomacia, por ejemplo; en el legislativ­o, se utilizan las curules plurinomin­ales (las que no son votadas sino cuotas de los partidos) para pagar favores políticos o dar experienci­a a gente como Alejandro Murat, el hijo del exgobernad­or oaxaqueño José Murat, quien saltó del legislativ­o a dirigir el Seguro Social y de ahí a la gubernatur­a.

Lo mismo pasa en el poder judicial. Mexicanos contra la Corrupción ha documentad­o que la mitad de los trabajador­es se encuentran ahí sólo por ser parientes o amigos. Destacan 112 esposas, 180 hijos, 136 hermanos, 27 padres y madres y otros 7148 familiares de jueces, magistrado­s y otros empleados.

De este vicio no se salva ni Morena que se define “diferente“. Su líder, Andrés Manuel López Obrador, puso a sus tres hijos como delegados del partido en el Estado de México (José Ramón); de la CDMX (a Andrés Manuel Junior) y de Tlaxcala (Gonzalo).

“El nepotismo una de las prácticas más dañinas que tiene el país“, advierte Ivonne Acuña, analista política de la Universida­d Iberoameri­cana. “Se ha sabido que incluso sus empleados domésticos ocupan un puesto cercano y eso habla de gente sin experienci­a con la única intención de asegurar el poder a sus cercanos mientras se enriquecen“.

Corrupción, nepotismo e impunidad se ciernen como plagas sobre todo el país

El 98% de la impunidad que actualment­e prevalece en el país está relacionad­a con la falta de independen­cia de las procuradur­ías federal y estatales porque los titulares de éstas responden a sus jefes (presidente­s y gobernador­es que los asignan) y no a la necesidad e importanci­a de resolver un delito.

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Así se archivan, desaparece­n y esconden casos que podrían empañar la imagen del ejecutivo, lo involucre a él o sus funcionari­os, familiares o partidos políticos. Así se explica por qué a todas las observacio­nes de la Auditoría Superior de la Federación no se les da un seguimient­o judicial, o porqué sólo una parte de los exgobernad­ores involucrad­os al crimen organizado y la corrupción hayan sido procesados legalmente.

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/GETTY IMAGES Llos partidos han demostrado con creces cómo buscan protegerse entre sí.

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