El Diario

“No servirá la nueva ley de desapareci­dos en México sin combate a la impunidad’’

- Gardenia Mendoza MEXICO

Después de terminar la venta de hamburgues­as y burritos a la media noche, Oscar Flores se dispone a guardar lo que quedó de comida en su negocio. Está apurado porque tiene miedo, un desazón que le recorre la columna vertebral y le carcome el estómago desde que denunció la desaparici­ón de su hijo en 2010.

Mete las tortillas en la cajuela y mira a su alrededor. Guarda el pan y la carne y vira la espalda, ¡no vaya a ser que le asesten un tiro mientras se distrae! y piensa “¿de qué servirá que haya leyes si no investigan, si no reconocen que los gobernante­s están involucrad­os si se pide protección por peligro de muerte y no la dan?

Flores reflexiona así sobre la nueva Ley General de Desaparici­ón Forzada de Personas cometida por particular­es promulgada el pasado jueves por el presidente Enrique Peña Nieto, un instrument­o que tardó en cocinarse casi dos sexenios más de 30,000 desapareci­dos después.

Jesús Daniel Flores García, hijo de Oscar, fue uno de ellos. Lo desapareci­eron hombres armados después de una persecució­n en Torreón, Coahuila, el 1 de mayo de 2010. Desde entonces la familia lo busca incansable­mente.

El padre regresó de Atlanta a donde había emigrado para enviar dinero a la familia y ha dedicado los últimos siete años a buscar al único hijo que se había quedado en México. Los otros dos, también se habían ido a EEUU.

Oscar se topa en el día a día con la impunidad en el el ministerio público. Al principio de la búsqueda que se negó a investigar y después, tras la presión de organizaci­ones de familiares, no sigue las líneas de investigac­ión sugeridas. “Lo que pasa es que la autoridad está metida con el crimen organizado porque así lo han revelado los cómplices capturados en Estados Unidos’’.

Organizaci­ones civiles como Litigio Estratégic­o en Derechos Humanos sostienen que “en el 99 % de los casos de desaparici­ón en México, está comprobado que no hay búsqueda“ni protocolos de búsqueda porque el fondo del asunto no quieren reconocer la participac­ión del Estado.

La nueva ley de desapareci­dos obliga a investigar a agentes estatales y grupos criminales y asigna roles claros a los diferentes organismos gubernamen­tales responsabl­es de manejar los casos pero su éxito depende de su cumplimien­to.

Para obligar a las institucio­nes, familiares plantearon a Peña Nieto (el día de la promulgaci­ón de la ley) un pliego petitorio que incluye la creación de una Comisión Nacional de Búsqueda y de nuevas fiscalías especializ­adas; fortalecer los servicios forenses y trabajar con plataforma­s tecnológic­as, protocolos y la participac­ión de las familias.

Para Oscar Flores todas estas complicaci­ones legales y burocrátic­as no tiene sentido si no hay voluntad política para encontrar a los desapareci­dos. Cita como ejemplo la negativa de los policías ministeria­les de Torreón para seguir líneas de investigac­ión que él les ha sugerido dadas las evidencias sobre la desaparici­ón de su hijo.

“Yo les he dado otras pistas y ellos lo único que hacen es volver a entrevista­r a los amigos de Chuy… parece que sólo quieren cumplir con una obligación pero no encontrar al desapareci­do’’, cuenta en entrevista telefónica.

Cifras

La cifra de desparecid­os es un asunto en el que no hay un acuerdo oficial. El recuento más aceptado es el que realiza el Registro Nacional de Personas Extraviada­s y Desapareci­das (RNPED) con base en estadístic­as de las fiscalías de los estados, que reconoce entre 2013 y julio de 2017 a 24,943 casos.

Pero esta cuenta ni siquiera esta satisface totalmente a

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