Un grupo de hispanas proveen alimentos a decenas de personas sin hogar y ancianos sin familia en Brooklyn, pero su labor no se limita a Acción de Gracias o Navidad, sino todo el año
Cocinar para desamparados, familias pobres y ancianos abandonados es más que una labor altruista para la mexicana Alicia Chávez, de 42 años. Para esta madre de tres hijos se trata de sembrar esperanza entre los menos afortunados y alentarlos a no decaer en su lucha por salir de las calles.
Chávez forma parte de un grupo de hispanas conocidas en Sunset Park, Brooklyn como las “cocineras de los desamparados”. Las voluntarias son madres inmigrantes que colaboran en los programas del comedor comunitario de la iglesia católica de San Miguel, situada en la intersección de la calle 42 y la Cuarta Avenida.
El programa sabatino de comida caliente procura alimentos recién preparados a unas 200 personas del vecindario, incluyendo familias con niños que no pueden costear un almuerzo completo.
Hace dos años que Chávez inició su voluntariado, invitando a otras madres a “cocinar con amor” para aquellos que no se han llevado un bocado de comida calientes en días.
“La compasión en el Día de Acción de Gracias y Navidad es buena, pero no suficiente. La misericordia y la buena voluntad deben practicarse cada día del año si queremos que nuestros hijos aprendan a dar la mano sin esperar recompensa”, expresó Chávez, quien llevó su generosidad más allá de los muros de la iglesia de San Miguel.
Chávez y otras madres del vecindario fundaron el grupo “Manos Unidas”, enfocado en distribuir alimentos calientes a los desamparados en las calles.
“Nos unimos para conseguir alimentos por nuestra cuenta y cocinarlos. Cada semana salimos a entregar almuerzos y café caliente en lugares donde se refugian las personas sin hogar. Algunas