Alicia Chávez:
veces pasamos a las paradas de jornaleros, hay mucha necesidad de ayuda”, dijo Margarita Sostenes, una de las voluntarias.
Dejar el corazón en la cocina
Sin embargo, el grupo enfrenta dificultades para cumplir con su cometido. Sostenes, de 49 años, explicó que necesitan transporte para abarcar todos los puntos de necesidad en Sunset Park y otros vecindarios cercanos. Inicialmente algunos voluntarios disponían de algunas horas los fines de semana para llevar en sus vehículos a las “cocineras de los desamparados”, pero recientemente no hay quien se ofrezca a hacer el recorrido.
“Contamos con los alimentos y el corazón de las cocineras para prepararlos. Hemos buscado dueños de automóviles que quieran regalarnos unas cuantas horas los fines de semana para llevar la comida, hasta ahora ha sido muy difícil hallar a personas que se comprometan realmente”, comentó Margarita con desilusión. “Escuchamos de un desamparado que logró salir de las calles. Sabemos que alquiló un cuartito y está recuperándose. Es la clase de buena noticia que nos anima a seguir intentándolo”.
Pese al inconveniente, las voluntarias no han dudado ni por un segundo en continuar con su cruzada de compasión. Dejar el corazón en la cocina de la iglesia de San Miguel es una forma de seguir saciando el hambre y la necesidad de amor de los menos afortunados.
Chávez está convencida de que un delicioso plato de sopa caliente puede reanimar un corazón azotado por años de abandono. Es por eso por lo que se esmera en preparar los platos fuertes como si se tratara de un banquete para sus seres amados.
Las madres contaron que los voluntarios de la iglesia hacen que cada almuerzo sabatino sea tan acogedor y es-