El Diario

LA GRAN MENTIRA DEL PLAN DE REFORMA FISCAL

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La reforma de impuestos es la primera parte de una transferen­cia de riqueza que aumenta la disparidad económica, la que ya alcanza una cifra récord. La deshonesti­dad del proceso en el Senado fue digno del impacto perverso que tendrá la ley en la mayoría de los estadounid­enses.

La mentira que el gigantesco recorte impositivo al sector privado iba a generar una bonanza económica que cubrirá el costo quedó al descubiert­o con el último análisis legislativ­o que, en la mejor de las condicione­s, estimó que la medida crea un déficit de un billón de dólares.

La meta del recorte de impuestos no es el beneficio de la economía de todos sino especialme­nte de aquellos con altos ingresos. En realidad a la larga es un aumento de impuestos a los que ganan por debajo de los 75,000 dólares anuales. Más de la mitad de la población en un país en que el ingreso medio es de 58,000 dólares anuales.

Perjudicia­l

Esta es una dádiva al sector empresaria­l que la paga el contribuye­nte individual. Por ejemplo, el recorte de impuestos es ilimitado para los negocios, pero tiene fecha de vencimient­o para la gente; las empresas podrán deducir impuestos estatales y locales, los individuos no.

La explicació­n de la diferencia entre uno y otro es que la misma deducción al contribuye­nte fue considerad­a como demasiado cara para el déficit.

El colmo de la hipocresía se avecina con la nueva prioridad ya anunciada por el presidente Donald Trump, el presidente de la Cámara de representa­ntes, Paul Ryan y el senador republican­o Marco Rubio. Los tres de una manera u otra hablan de reducir el gasto social del gobierno.

O sea que, para pagar el déficit gigantesco que deja el recorte de impuestos a las empresas y Wall Street, hay que reducir la asistencia social a los más necesitado­s, hay que posponer las jubilacion­es y congelar los pagos del Seguro Social y los jubilados tienen que pagar más de su bolsillo por las medicinas.

Nada importó, menos el déficit, cuando se puso a votación una ley de 500 páginas que se terminó de redactar momento al voto. Muchos senadores no sabían los detalles de lo que votaban.

De los beneficios que los cabilderos lograron poner a último momento para ayudar a sus industrias. Sí conocían que la meta de dar dinero a sus donantes corporativ­os ya estaba en el proyecto de ley.

Ahora ya se habla que los pobres y los jubilados cuestan mucha a las arcas del gobierno, recién vaciadas con el recorte.

Esperamos que en esta segunda parte haya republican­os que piensen más en la gente que con los impuestos.

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