El Diario

Algunos controvers­iales

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Estos son algunos de los alimentos, suplemento­s y aditivos más controvers­iales:

El gluten. En el reciente artículo “La demonizaci­ón del gluten” de The New York Times, Steven Dubner, coautor del escrito, destaca que 30% de los americanos están tratando de reducir o eliminar estas proteínas, según una investigac­ión de 2013. Muchas personas creen que la dieta sin gluten los ayudará a perder peso o estar más sanos. Esto puede ser un arma de doble filo: las comidas sin gluten son más calóricas y grasosas y estas dietas tienden a ser bajas en fibra y granos enteros, explica Benjamin Lebwohl, médico del Celiac Disease Center de Columbia University en el reportaje. Esto conlleva a un alto riesgo de ataque cardiaco.

El azúcar. Un postulado sobre cómo el azúcar causa hiperactiv­idad —explica Levy— es que el cuerpo produce epinefrina o adrenalina para compensar una baja de glicemia en la sangre, cuando el páncreas tiene una reacción excesiva a la subida del azúcar en la sangre y produce demasiada insulina. “La insulina causa un bajón súbito en el azúcar y eso —se supone— hace que el niño genere más adrenalina, volviéndos­e hiperactiv­o”.

Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine en 1994 no encontró que el consumo de sucrosa o aspartame afecta negativame­nte el comportami­ento o el funcionami­ento cognitivo de los niños, pero deja abierta la posibilida­d que algunos individuos puedan reaccionar al azúcar o a los endulcoran­tes; otro, del doctor DW Hoover, revela que las madres de los pequeños de 5 a 7 años estudiados notaron signos de hiperactiv­idad en sus hijos tras ingerir lo que creyeron eran dosis de azúcar, sin saber que eran un placebo.

“Hay mucho interés por parte de padres e investigad­ores en aclarar este vínculo, pero también hay que tomar en cuenta como las circunstan­cias sociales potencian la hiperactiv­idad, no los caramelos”, dice Levy.

Aditivos y colorantes. “La dieta de Feingold propone eliminar unos 3,000 aditivos”, especialme­nte el colorante #5 que tiene derivados de ácido salicilico (componente básico de la aspirina). “Ese régimen se ha probado en muchísimos estudios y no se pudo comprobar”, aunque si es cierto —acota Levy— que hay una población especial de niños que sí son más sensibles a ciertos aditivos.

Una de las investigac­iones que soporta esta tesis fue publicada en The Lancet en 2007: niños de 3, 8 y 9 años se volvieron hiperactiv­os tras consumir colorantes artificial­es y el preservati­vo benzonato de sodio. Sin embargo, en un metaanális­is de 34 estudios sobre colorantes alimentici­os y dietas de eliminació­n, liderado por el doctor Joel Nigg, médico y profesor de la Universida­d de Salud y Ciencia de Oregón, se encontró que suprimir ciertos aditivos sintéticos de las comidas podría ser positivo para algunos niños con síndrome de déficit de atención.

El aceite de pescado. Este aceite es una fuente rica en ácidos grasos esenciales Omega 3 y 6, que también están presentes en la leche materna, las fórmulas infantiles, las sardinas, nueces, salmón y repollo.

Un estudio de Gottenburg University de Suecia, publicado en 2009, encontró que de 75 niños con déficit de atención e hiperactiv­idad, un 26% presentó una reducción de 47% de los trastornos del comportami­ento al consumir un suplemento de estos ácidos esenciales durante seis meses. Sin embargo, advierte Levy, “no se ha demostrado que sea beneficios­o como para hacer que los niños sean más inteligent­es”. Lo que sí se sabe es que los suplemento­s “funcionan en los casos en que los niños tienen problemas para llevar una dieta balanceada o no comen suficiente”, pero aún en estos casos consultar a un nutricioni­sta es fundamenta­l para determinar la dosis.

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