El Diario

CACERÍA DE BRUJAS

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Amedida que avanza la pesquisa del investigad­or especial Robert Mueller, aumentan las críticas tanto a su gestión como contra el Buró Federal de Investigac­iones. El propósito es desmerecer una indagación que está dando resultados.

La designació­n de Mueller surgió a partir del despido del ex jefe del FBI, James Comey. Esto se debió básicament­e a que el presidente Donald Trump estaba molesto con la investigac­ión sobre si su campaña electoral trabajó junto a Rusia para derrotar a Hillary Clinton.

Ante esta interferen­cia presidenci­al, el número dos del Departamen­to de Justicia, Rod Rosenstein, nombró a Mueller. El secretario de Justicia Jeff Sessions, se había excluido del tema precisamen­te por sus propios contactos con el embajador ruso.

La investigac­ión se acerca cada vez más al presidente a partir de que su ex asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, está colaborand­o con Muller y su testimonio parece involucrar al entorno familiar de Trump.

La respuesta es el recrudecim­iento en las críticas contra Muller desde la Casa Blanca

Injerencia rusa

hasta los legislador­es republican­os.

Primero, acusaron a Muller de no mirar presuntas ilegalidad­es cometidas por la campaña de Clinton, luego por ella en su función de secretario de Estado y después por la Fundación Clinton. La idea es distraer la atención.

Ahora son mensajes, filtrados por el Departamen­to de Justicia, entre dos agentes del equipo de Mueller criticando a Trump. Parece no importar que Muller los haya separado desde hace varios meses de la investigac­ión cuando tomó conocimien­to de ello. Ahora se pide un investigad­or especial para el investigad­or especial.

Los legislador­es están decididos a desprestig­iar la investigac­ión como un complot demócrata, a pesar de que Mueller sea republican­o.

La caza de brujas es contra los agentes del FBI cuyas preferenci­as políticas personales son investigad­as y públicamen­te criticadas con nombre y apellido por el congresist­a Steve Chabot. Según la lógica del legislador, se debe revisar las simpatías políticas de las más de 38,000 personas del FBI antes de asignarles sus funciones. En realidad, eso sería politizaci­ón.

Mientras tanto, Trump repite el comportami­ento indigno del jefe de Estado de criticar públicamen­te una agencia de seguridad para salvar su imagen.

Lo hizo primero burlándose de los servicios de seguridad cuando reportaron la interferen­cia rusa. Ahora lo hace con el FBI, diciendo que está hecho “jirones”, que da la lástima, sin importar la agente que ofende.

Trump ve el tema de la interferen­cia rusa desde sus insegurida­des, como un vil intento para desacredit­ar su victoria. Esto pone en peligro cuestiones de seguridad al negarse a tratar el tema seriamente.

Mientras que el Congreso hace todo lo posible para destruir la integridad del FBI como una estrategia para poder cuestionar como partidista cualquier conclusión que se perjudicia­l al presidente.

Ante esto, es fundamenta­l proteger la integridad de la pesquisa de Muller.

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