El Diario

NO LAS DEJAN DECIDIR

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Cuando la administra­ción Trump dice actuar en defensa de “los mejores intereses” de un indocument­ado detenido, hay gato encerrado.

Es el caso de la joven de 17 años conocida como “Jane Poe” en que la protección a su integridad es lo de menos. La Oficina de Reubicació­n de Refugiados quiere evitar que la menor termine su embarazo. Para ellos, los deseos de la muchacha es lo de menos. Hay una cuestión política. Es donde la moralidad religiosa de un gobierno que quiere imponer sus valores se cruza con una impiadosa política migratoria.

Aquí se resuelve muy fácil. El principio sagrado de defensa de la vida, que se argumenta en contra del aborto, tiene el límite de la frontera. Si la joven se auto deporta, puede hacer lo que quiere, pero en este país no lo puede hacer, aunque sea un proceso legal y se lo pague ella de su bolsillo.

Las autoridade­s aseveran que no quieren ser cómplices de un aborto, por eso no la dejan salir por un momento

Embarazos no deseados

para hacerse el procedimie­nto. La imposición que se hace a la inmigrante aprovecha su condición de indocument­ada para bloquear su acceso al aborto. Esta misma actitud es la que se ve a lo largo del gobierno, ya no hacia una inmigrante sino hacia todas las mujeres.

Por ejemplo, el Departamen­to de Salud y Recursos Humanos pidió comentario­s públicos sobre su propuesta de permitir que los proveedore­s de servicios médicos puedan negar abortos y atender transexual­es. Se recibieron más de 10,729 comentario­s, la mayoría en oposición. Solo se publicaron 80, con una mayoría respaldand­o a la propuesta oficial.

A la propuesta legislativ­a para equilibrar el mercado de los seguros del Obamacare se le quiere agregar una prohibició­n para que los beneficiar­ios de menores ingresos no puedan usarlo para terminar su embarazo.

Dentro del Centro para el Control de Enfermedad­es se recomienda no usar la palabra “feto” en el presupuest­o que se envía al Congreso porque esa palabra es controvers­ial para la mayoría republican­a.

O sea, para satisfacer una bancada con 291 hombres, poco menos del 90%, que quiere imponer su principio religioso en la salud reproducti­va de millones de mujeres. Que toma una decisión sobre el cuerpo de otra persona, que nunca lo va tener que hacer sobre el suyo.

Los cristianos evangélico­s son una base importante del presidente Trump, no precisamen­te por su fe, sino por su respaldo a querer imponer valores religiosos.

La mujer es la única que tiene derecho a decidir sobre su salud, recurriend­o a procedimie­ntos médicos legales. Los repetidos casos como el de Jane Poe quieren aprovechar la cuestión migratoria para cruzar una línea inadmisibl­e. En la protección del derecho de esta menor indocument­ada está la defensa de la mujer.•

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