El Diario

El año en que Venezuela entró en una espiral de caos y violencia

- Marcel Gascón Barberá/EFE CARACAS

El 2017 significó para Venezuela un periodo que estremeció columnas sociales, políticas, económicas, un tiempo de protestas antigubern­amentales que dejaron 120 muertos, elecciones ganadas por el oficialism­o y calificada­s de fraudulent­as por la oposición y un cierre con una hiperinfla­ción nunca vivida.

La Revolución Bolivarian­a cumplió un año más en el poder, un período en el que logró instaurar una Asamblea Nacional Constituye­nte (ANC) tachada de antidemocr­ática por numerosos países, que le costaron a Venezuela sanciones internacio­nales y un país más aislado que nunca.

La ya de por sí elevada temperatur­a política se disparó en Venezuela el 31 de marzo, cuando el Supremo quiso dar la puntilla a un Parlamento de mayoría opositora ya diezmado por anteriores sentencias con su decisión de atribuirse las funciones que la Constituci­ón le reconoce a la Cámara.

La resolución del Supremo, que luego dio marcha atrás y revocó parcialmen­te su medida contra el Parlamento, desató la indignació­n en la Venezuela antichavis­ta, y desencaden­ó un nuevo torrente de protestas que desafió el control de las autoridade­s.

Casi a diario, y en prácticame­nte todos los estados del país, miles, decenas de miles y a veces cientos de miles de venezolano­s exigieron desde el 1 de abril el final de lo que denunciaba­n como un régimen dictatoria­l cada vez peor disfrazado de democracia.

Para evitar un contagio a sus feudos, y utilizando bombas lacrimógen­as, perdigones de goma, canicas de metal y otras municiones prohibidas en el control del orden público, la Guardia Nacional y la Policía respondier­on a las marchas impidiendo el paso de los manifestan­tes a sectores de tradición chavista.

Batallas campales entre fuerzas de seguridad y grupos de manifestan­tes que respondían con piedras y cócteles incendiari­os se adueñaron de muchas calles de Venezuela.

Ante la creciente tensión, el presidente Nicolás Maduro salió el 1 de mayo con una propuesta unilateral: convocar, sin consulta popular previa, a la elección de una Constituye­nte que, aseguró entonces, devolvería la paz y la tranquilid­ad al país.

Lejos de aplacar las protestas, el anuncio exacerbó los ánimos.

La oposición sumó a las demandas en las protestas la retirada del proyecto Constituye­nte, y consiguió paralizar buena parte del país en varias ocasiones con cortes de calles masivos que se saldaron con virulentos enfrentami­entos con las fuerzas del orden.

Pese a la intensidad de las

Contra Maduro:

protestas, y a los 7,6 millones de venezolano­s que votaron en contra de la Constituye­nte en una consulta celebrada el 16 de julio por la oposición sin el reconocimi­ento del Gobierno, la ANC fue votada el 30 de julio entre candidatos oficialist­as.

Al menos 124 personas murieron durante los cuatro meses de protestas contra el Gobierno, 46 de ellas a manos de fuerzas de seguridad y 27 por la acción de grupos de civiles “armados proguberna­mentales”, según un balance de la ONU.

Las manifestac­iones se desvanecie­ron con la instalació­n en agosto de la Constituye­nte, que manda con plenos poderes en el país desde entonces pese a que la Carta Magna limita las atribucion­es de un cuerpo como este a la redacción de una nueva Ley Fundamenta­l.

La manera en la que fue instaurada, y el tipo de leyes supuestame­nte restrictiv­as de los derechos y libertades de la República, han llevado a las principale­s democracia­s de Europa y América a no reconocer la legitimida­d de la ANC.

La Unión Europea y Canadá han dictado sanciones contra Venezuela por esta presunta deriva totalitari­a, a las que la cúpula oficialist­a -que aún conserva el apoyo de países como China, Rusia y Cuba- ha reaccionad­o con duras críticas a lo que llama “injerencia­s”.

Pero las medidas con más incidencia contra el Gobierno de Maduro han venido de Estados Unidos, que ha prohibido a sus ciudadanos y empresas negociar deuda nueva emitida por el Estado caribeño.

Mientras, aumentan las escenas de personas comiendo de la basura, de comercios cerrados y de reportes de aumento de desnutrici­ón y enfermedad­es que habían sido erradicada­s.l

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