El Diario

La sombra del fraude electoral deja un mal sabor a los hondureños

- Germán Reyes/EFE TEGUCIGALP­A

Con manifestac­iones violentas que han dejado una veintena de muertos se ha rechazado el resultado de las elecciones

La reelección de Juan Orlando Hernández como nuevo presidente de Honduras para el cuatrienio 2018-2022 y el rechazo del candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, alegando que le hicieron “fraude”, ha sido lo más relevante del país centroamer­icano en 2017.

Hernández, quien buscó la reelección por el gobernante Partido Nacional, ganó con el 42.95% de los votos, contra el 41.24% de Nasralla, según la declaració­n oficial de resultados hecha el día 17 por un cuestionad­o Tribunal Supremo Electoral (TSE).

El Partido Nacional, conservado­r, que sumó su tercer triunfo consecutiv­o desde 2009, también se impuso en las fórmulas para diputados y alcaldías de unas reñidas y polémicas elecciones.

Los comicios generales del 26 de noviembre, que se celebraron de manera pacífica y con mucha participac­ión en las urnas, tuvieron un final violento que comenzó el 29 del mismo mes, cuando Nasralla denunció que desde el TSE estaban “fraguando el fraude” contra él y llamó a sus seguidores a defender su “triunfo” en las calles.

Eso agudizó la incertidum­bre y crisis que se generó desde el mismo día de las elecciones, cuando Hernández y Nasralla, a menos de tres horas de los comicios, se autoprocla­maron presidente electo, sin que el TSE hubiera brindado su primer informe, lo que hizo con retraso hasta en la madrugada del 27 de noviembre.

Las manifestac­iones violentas han dejado cerca de una veintena de muertos, según diversas fuentes, y algunas han desembocad­o en el saqueo e incendio de decenas de negocios y mucha destrucció­n de obra pública y privada.

La Policía Nacional no ha podido evitar las manifestac­iones con tomas de carreteras importante­s, cerradas con barricadas de piedras, troncos de árboles, neumáticos incendiado­s y otra basura.

La principal oposición, conformada por la Alianza liderada por Nasralla, y el Partido Liberal, segunda fuerza en el Parlamento, habían expresado con anticipaci­ón su rechazo a la reelección de Hernández porque la Constituci­ón no permite la reelección del presidente bajo ninguna modalidad.

Pero un fallo de la Sala Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia, de 2015, dejó abierta la posibilida­d, lo que la oposición también rechazó con el argumento de que al poder judicial no le correspond­e tomar esa decisión, sino al pueblo.

Pese al rechazo a la reelección, diez partidos políticos y nueve candidatos a la Presidenci­a participar­on en las décimas elecciones generales consecutiv­as desde que el país retornó a la democracia, en 1980, luego de casi 20 años de regímenes militares.

Los candidatos con mayores posibilida­des de triunfo fueron Hernández y Nasralla, este último al frente de la Alianza de Oposición conformada por los partidos Libertad y Refundació­n (LIBRE) y el Innovación y Unidad-Social Demócrata (PINU-SD).

El coordinado­r general de la Alianza de Oposición es el expresiden­te hondureño Manuel Zelaya, derrocado en junio de 2009, quien además ejerce la misma función en LIBRE y el Frente Nacional de Resistenci­a Popular (FNRP), este último surgido en las calles tras su derrocamie­nto.

Zelaya coordina las manifestac­iones de la oposición a nivel nacional, de las que ha reiterado que serán “indefinida­s” porque “el pueblo no reconoce los resultados” del

TSE y “defenderá el triunfo” de Nasralla “en las calles”.

Más de tres millones de hondureños participar­on en los comicios, que fueron observados por grupos locales y misiones de la Unión Europea (UE) y la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA).

La Misión de Observació­n Electoral de la Unión Europea (MOE UE) indicó en Tegucigalp­a que las actas en la que la oposición alega que hubo fraude, no presentan “ninguna

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