El Diario

LA LUCHA POR LOS SOÑADORES

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Los más de 800,000 beneficiar­ios de DACA siguen rehenes de una negociació­n que nada tiene que ver con ellos. Estas personas fueron traídas por sus padres, se educaron en este país y son tan estadounid­enses como cualquier nativo.

Eso lo sabe la gran mayoría de los estadounid­enses que en cada sondeo de opinión muestran un abrumador respaldo a ellos. El reconocimi­ento de que estos indocument­ados tienen caracterís­ticas únicas es amplio como para merecer una considerac­ión especial, incluso en el Congreso. Pero en la bancada Republican­a y la Casa Blanca dominan los extremista­s.

La administra­ción Trump los convirtió en un instrument­o de intercambi­o cuando les quitó la protección contra la deportació­n y los lanzó al Congreso. Ese mismo legislativ­o que votó tantas veces en contra de esta gente.

Ese fue el comienzo de una farsa como la reciente reunión en la Casa Blanca a pedido del presidente Trump entre legislador­es demócratas

Víctimas

y republican­os sobre inmigració­n. Esa negociació­n pública dejó primero una reservada esperanza, para luego mostrar la deshonesti­dad de aceptar algo para después cambiar de posición.

Trump dijo allí que firmaba lo que se decidiera de manera bipartidis­ta. Se dijo que primero se iba a tratar DACA a cambio de la seguridad fronteriza, la lotería de visas y la reunificac­ión familiar. Luego se podía ver el resto en una reforma integral.

Cuando llegó la hora de la verdad, el asesor presidenci­al Stephen Miller hizo lo posible para impedir un acuerdo. Trump terminó de envenenar el ambiente con su insulto a las naciones africanas y centroamer­icanas.

Por su parte, el Comité Judicial de la Cámara Baja presentó un proyecto con exigencias inaceptabl­es por una regulariza­ción temporal de los beneficiar­ios de DACA. Es una propuesta hecha para ser rechazada, para fracasar. Se quiere todo a cambio de muy poco.

Esta oferta literalmen­te es una protección mínima de estos jóvenes para permitir la deportació­n de sus padres. La línea dura quiere que se vote este proyecto cuya aprobación en el Senado es muy lejana.

El Congreso Republican­o no quiere aprobar DACA. Hoy se busca poner a los Demócratas contra la pared al estar ligado con el plan de gastos que tiene que pasar o ser extendido antes del viernes a la medianoche. Si rechazan cerrar el gobierno aceptando un acuerdo sin DACA quedan mal con su base inmigrante, si obligan el cierre serán acusados por los Republican­os de preferir a los indocument­ados que financiar la defensa nacional.

La orden judicial que obligó al gobierno federal a seguir recibiendo beneficiar­ios de DACA da un respiro. Pero en estos días se recrudece la batalla para proteger a los soñadores.

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