La salvadoreña Karen Reyes recibió asilo pero sus padres y hermanas corren peligro de deportación
Karen Reyes no puede evitar que sus grandes ojos negros se llenen de lágrimas al recordar los días de terror que le tocó vivir cuando la pandilla Mara Salvatrucha puso precio a su cabeza y a la de Alison, su hermana menor.
Paradójicamente el triunfo de Karen al ser elegida reina de El Congo, su pueblo en el Departamento de Santa Ana, en El Salvador, sería el inicio de su calvario. Los miembros de la MS-13, como también es conocida esa pandilla exigían $10,000
Evite ser deportado
para dejarla vivas.
Los delincuentes las acosaban al salir de la escuela, enviaban cartas y algunas veces dispararon al frente de la casa para amedrentarlas. Finalmente no les quedó otro camino que huir a Estados Unidos para poder salvar sus vidas. Karen, de 17 años, y Alison, de 11, hicieron el viaje desde El Salvador hasta cruzar el Río Grande, llegando el 18 de octubre de 2015 a Nueva York, donde se reunieron con sus padres.
“Quiero sacar adelante a mi familia, ser una profesional y poder devolver de alguna forma toda la ayuda que he recibido. Demostrarle a la gente que cuando uno se propone objetivos, es posible cumplirlos y ser un ejemplo para los demás”, dijo Karen, entrevistada por El Diario, en la biblioteca del Queensborough Community College, donde actualmente estudia Artes Liberales.
Karen asegura que busca alcanzar los sueños que no pudo lograr en su país y salir adelante como cualquier
otro inmigrante.
Obtienen asilo
La organización Caridades Católicas planteó a las autoridades de Inmigración el caso de Karen y Alison como menores inmigrantes no acompañadas, logrando que el Departamento de Seguridad Nacional les otorgara asilo en febrero de 2017.
“Karen recibió asilo, un estatus migratorio para una persona que ha sufrido o está en peligro de sufrir persecución en su país de origen. Un año después de su concesión de asilo, ella será elegible para solicitar la residencia permanente”, confirmó la abogada Elian Maritz, de la división de Servicios Comunitarios de Caridades Católicas.
En el curso de esta semana precisamente, Karen tiene cita ante las autoridades federales para solicitar su residencia permanente.
“Para ser elegible para el asilo, deben presentar su solicitud dentro de un año a partir de su llegada a los Estados Unidos, por lo que es muy importante hablar con un abogado de inmediato”, subrayó Maritz.
Aunque no hablaba inglés cuando entró al país hace dos años, Karen ahora domina el idioma y obtuvo la beca Ángelo del Toro, que cubrirá sus estudios en la Universidad de la Ciudad de Nueva York durante dos años.
“No venimos por el simple hecho de que queremos venir, estamos aquí a causa de los conflictos y para sobrevivir. Queremos mejorar las cosas, no dar problemas”, insistió,
La deportación amenaza a la familia
La joven ahora se plantea otras interrogantes. Si bien ella y su hermana obtuvieron asilo, las solicitudes de inmigración de sus padres José Reyes y Teresa Serrano y sus hermanas mayores Gabriela de 23 años y Valeria de 21, siguen pendientes y se cierne sobre ellos la amenaza de la deportación.
Sus padres emigraron hace 11 años y sus hermanas adultas también hace dos años, cuando las amenazas de las maras se volvieron insostenibles.
“Muchas personas pueden decir que quienes vivimos en El Salvador no sufrimos, pero en realidad la violencia hace que la situación allá sea muy terrible de enfrentar”, narró Karen. “Los criminales ven que tienes familia en Estados Unidos y que pueden mandar dinero. Ellos pensaban que podíamos ser extorsionados y fue lo que empezaron a hacer”.
La MS-13 es la más grande y violenta de las pandillas juveniles que hacen a El Salvador, estadísticamente, la capital mundial en asesinatos.
“Las maras fijaron un monto que mi familia debía pa-