El Diario

EL PROBLEMA SON LAS ARMAS

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El problema de las masacres escolares son las armas de fuego. La solución no es armar las escuelas para que se puedan proteger. La respuesta es impedir que sea más fácil comprar un fusil de guerra que una cerveza.

Para el presidente Donald Trump el problema es al revés, dice que no hay suficiente­s armas. Su propuesta es armar a cerca de un 20% de los maestros. Es tener un ejército de 142,000 educadores que además de enseñar estén listos para defender a punta de pistola (¿o fusil?) a sus alumnos.

Estos profesores necesitan también la habilidad de no ser confundido­s con “el malo” cuando irrumpa la policía. El temor a un error de este tipo es uno de los motivos por el cual la mayoría de las autoridade­s del orden se opone a la idea de armar a más gente.

La teoría de que “una (persona) buena” armada es la única manera de frenar a “una (persona) mala” armada es el argumento principal de la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Un pilar de la

Escuelas

base política que respalda a Trump.

El NRA dice tener cinco millones de integrante­s que con su membrecía mantienen la organizaci­ón. Es una cifra pequeña. Hay cerca de 70 millones de personas con armas, pero los del NRA son muy activos políticame­nte en promover una agenda que no es respaldada por la mayoría por su permisivid­ad.

Junto a esa base movilizada, hay un poderoso comité de acción política (PAC) financiado por fabricante­s de armas. El PAC distribuye fondos a los políticos que respaldan su agenda, o a los rivales de quienes se oponen a ella.

Esa amenaza, junto con la acción coordinada de sus integrante­s intimidada a los políticos. La interpreta­ción extrema de la Segunda Enmienda, que permite la posesión de armas, da el argumento legal al descontrol sobre las armas.

La reacción popular ante la masacre escolar de Parkland, en favor de un mayor control de armas, tiene intranquil­a al NRA. Y con justa razón.

Según el presidente del NRA, Wayne Lapierre, el problema es todo menos las armas. El sistema escolar, la falta de salud mental, los indocument­ados y el FBI entres otros. Los “socialista­s” disfrazado­s de demócratas, las élites y hasta Karl Marx, quieren destruir la libertad más importante de la Constituci­ón, el de poseer armas, “el de sobrevivir”. Ese que “no fue otorgado por el hombre sino por Dios como un derecho de nacimiento.”

El mensaje de Lapierre en la conferenci­a anual del Comité de Acción Política anticipa lo que vendrá. Dios quiere que todos, incluso los menores de 18 años de edad, enfermos mentales y violentos, tengan armas de asalto con cartuchos de alta capacidad, que pueda matar con rapidez la mayor cantidad de gente.

No hay que permitir que otra vez triunfe la locura armada.

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