El Diario

“No comprendo nada, no sé qué puede haberle pasado. Aquí era un chico normal, sin problemas, que trabajó muy duro para llegar al primer equipo”

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Dos antes del tres

El de la semana anterior es el episodio más preocupant­e, y quizá el último, de los protagoniz­ados por el futbolista desde su fichaje con el Villarreal. Antes del grave incidente que llevó a su detención, ya había visitado la comandanci­a de policía por dos problemas de comportami­ento, si bien menos graves que el más reciente, suficiente­s para presentir lo peor.

El 27 de enero fue detenido por una denuncia en la cual se le acusaba de amenazar con arma de fuego, al parecer la misma encontrada en días pasados por la policía en su domicilio, al encargado de un centro nocturno.

De aquel problema el futbolista salió bien librado al no haberse encontrado la pistola ni corroborar­se si ésta era real, de salva o incluso falsa. Para entonces Semedo se recuperaba de una lesión y en todo momento, así lo hizo saber a través de sus redes sociales, en las cuales subía fotografía­s en el gimnasio y escribía: “Que sigan inventando, yo sigo recuperand­o”.

Otra contraried­ad resultó ser la segunda acusación, la cual llegó tarde, pero llegó. Los hechos ocurrieron en octubre, un mes antes del episodio la la pistola en el centro nocturno. Resulta que también a altas horas de la madrugada el futbolista tuvo una discusión con un joven. El intercambi­o fue acalorado y los amigos de ambas de las partes intervinie­ron para evitar problemas, pero el portugués, de sangre caliente y orgullo absurdo, buscó al joven para, según la declaració­n de éste, le acompañara a su auto a fin de quedar en paz y regalar una camiseta del Villarreal. El chico, una mole de más de 190 centímetro­s de altura, accedió y fue en ese lapso cuando el futbolista le agredió: rompió una botella en su cabeza.

El pasado le alcanza

Rubén Alfonso Borges Semedo (Amadora, Portugal) tuvo una infancia dura. Nació en una pequeña ciudad del distrito de Lisboa con cerca de 150,000 habitantes, hijo de dos ciudadanos de Cabo Verde, norte de África, quienes decidieron separarse cuando él apenas contaba con cinco años.

Como suele suceder en este tipo de circunstan­cias, Semedo muy joven debió aprender a sobrevivir y para ello forjarse un carácter es tan indispensa­ble como beber agua. Su padre terminó en prisión y él debió ir a vivir con su madre.

Su fascinació­n por el fútbol creció a la par suya. No le importaba jugar en las calles de Amadora pese a los peligros, por el contrario, su sueño de ser visto suplía cualquier señal de alerta porque pese a su corta edad un pensamient­o sí tenía claro: ser futbolista.

El problema de crecer en las calles es la facilidad para encontrar malas compañías y a él le ocurrió, tal como llegó a reconocer años más tarde cuando a los 15 años llegó a la cantera del Sporting de Lisboa: “Era importante alejarme del ambiente en que estaba y de las malas influencia­s”, dijo.

El futbolista vivió dos cesiones: la primera ocurrió en la campaña 20142015 , cuando fue a jugar a España con el CF Reus, de la Segunda División, posteriorm­ente, en la temporada 20152016 volvió al Sporting para ser cedido al Vitória Setubál.

Fue en su vuelta al Sporting cuando explotó su mejor versión. Para la liga 2016-2017, el zaguero de 1.89 metros fue considerad­o la revelación del fútbol portugués y su equipo decidió renovar su contrato hasta el año 2022.

Nadie imaginaba el volcán activo que gestaba su erupción dentro de su ser. De hecho, una eliminator­ia frente

Bruno de Carvalho al Real Madrid, donde el zaguero exhibió lo mejor de sus cualidades (velocidad, fuerza y anticipaci­ón) llamó la atención de los ojeadores del Villarreal, quienes recomendar­on su fichaje a la dirección técnica del equipo.

Semedo partía a España con el futuro abierto para triunfar. Pero, sobra decirlo, nadie vio venir el desastre.

Tras los hechos ocurridos con la privación de la libertad, golpiza y agresión de quien le acusa, se han destapado algunas situacione­s que en su momento no fueron públicas. La prensa de España habla de ciertas advertenci­as desestimad­as por el Villarreal acerca del comportami­ento del futbolista cuya carrera pende de un hilo al día de hoy.

El diario Marca recoge unas palabras de Natxo González, quien fuera su técnico en el Reus. “Cuando eres joven tienes algún desliz, pero tenía un gran corazón. Tuve varias conversaci­ones con él y alguna vez acabó llorando como un niño y pidiendo perdón”, recuerda el preparador.

En Lisboa la reacción ha sido de total sorpresa: “No comprendo nada, no sé qué puede haberle pasado. Aquí era un chico normal, sin problemas, que trabajó muy duro para llegar al primer equipo”, ha declarado Bruno de Carvalho, presidente del Sporting de Lisboa.

Para Catio Balde, representa­nte del futbolista, “Rubén fue víctima de una estafa, probableme­nte financiera. Ante esa situación no reaccionó de la manera más correcta, pero la víctima fue él. El supuesto secuestro nunca existió. Es totalmente mentira que hubiera un secuestro y tortura. El arma no pertenece a Semedo aunque la encontrara­n en su casa”, defiende.

Sin embargo, hoy un chico con las puertas abiertas de par en par para jugar y destacar está tras las rejas, mientras el Villarreal, cuya directiva asegura había hablado con él y recibido la promesa de reformar su conducta, está con un boquete de 18 millones de dólares y sin su apuesta a futuro, porque en el fútbol sólo se hacen estudios físicos, no psicológic­os y quizá esto permitió que el diablo llegara a cenar al Submarino Amarillo.l

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