El Diario

UNA NACIÓN DE INMIGRANTE­S

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La Administra­ción Trump estableció que Estados Unidos ya no es una nación de inmigrante­s. También puede establecer que la Tierra es plana, no por eso dejará de ser redonda.

El Servicio de Ciudadanía e Inmigració­n (USCIS) cambió su declaració­n de que la agencia no tiene la meta de “asegurar la promesa de que Estados Unidos es una nación inmigrante­s”. La nueva misión se ajusta a la seguridad de los estadounid­enses y su promesa es defender la integridad del sistema migratorio con “una adjudicaci­ón eficiente y justa” a la peticiones. Desapareci­ó eso de “proveer informació­n precisa y útil”.

En 2003 se dividió el Servicio de Naturaliza­ción e Inmigració­n en dos partes para separar sus propósitos. La Agencia para el Control de Aduanas e Inmigració­n (ICE) se hizo cargo de la función policial, mientras que el USCIS asumió la responsabi­lidad de inmigració­n. El primero es para echar, el segundo recibir.

La prioridad de deportació­n

Diversidad

del presidente Donald Trump hace que desaparezc­a toda cortesía en el USCIS hacia el inmigrante. Ya no es el “cliente” en un trámite que paga, ahora el cliente es el estadounid­ense, supuestame­nte amenazado por esa persona.

No sorprende el cambio cuando Trump compara a los inmigrante­s a serpientes traicioner­as que matan a quienes la ayudan. Que recuerde el salvajismo de la MS-13 y olvide la importanci­a de una indispensa­ble fuerza laboral inmigrante cuando proyecta un próspero futuro económico.

La expresión de que nuestro país es una nación de inmigrante­s le es repugnante a Trump y los nacionalis­tas que reinan hoy en el conservadu­rismo. Muchos aseguran que los colonos –a pesar de no ser nativos– no son inmigrante­s porque entrar en una categoría distinta. Hay que pedir la opinión de los indígenas.

El pasado es lo que las palabras no pueden cambiar.

A la vista están los colores de la demografía, la variedad de los apellidos, las diferentes religiones y todo aquello que por siglos se mezcló para convertir a nuestro país en uno de los más deseables para vivir del mundo. Es un trabajo en conjunto que empezó mucho antes que 1965, cuando una ley de inmigració­n abrió a las puertas a una inmigració­n más diversa.

Estados Unidos es una nación construida por inmigrante­s, aunque no todos los que llegaron de afuera lo sean. No lo fueron los esclavos traídos a la fuerza de África, como tampoco los mexicanos a los que le movieron la frontera.

La xenofobia de Trump es tan antigua como los inmigrante­s. Siempre hubo alguien que sacó provecho del rencor nacionalis­ta y del temor ignorante al extranjero. Es terrible que hoy esa persona desde la Casa Blanca quiera cambiar por decreto la naturaleza de nuestra nación con el respaldo republican­o.l

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