El Diario

LA CULTURA DE LAS ARMAS

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La marca del racismo a lo largo de la historia permanece en la cultura de las armas de fuego. Tanto ayer como hoy, no es lo mismo cuando una persona blanca porta un revólver para defenderse, que un afroameric­ano.

Las palabras pueden ser las mismas, pero la interpreta­ción puede ser muy distinta, según la raza del que las dice y de quien las escucha.

El debate sobre el control de armas que se reanuda después de cada masacre, y que desgraciad­amente se disipa, suele caer en el tema de la Segunda Enmienda de la Constituci­ón. Es una discusión sobre el enlace entre el pasado y el presente en un distorsion­ado ambiente desprovist­o de contexto racial.

En estos años se han visto a integrante­s de milicias supremacis­tas armados vigilando mezquitas e intimidand­o con su presencia a los fieles, sin que haya inconvenie­nte. Cabe preguntars­e qué reacción habría si fueran musulmanes los armados que se pasean ante iglesias evangelist­as, también haciendo uso de la Segunda Enmienda.

Minorías

Será muy diferente. Cuando la mayoría blanca justifica la necesidad de armas para defenderse, su amenaza suelen ser de los afroameric­anos, los latinos y los musulmanes. También mencionan el peligro de un gobierno federal intrusivo.

Estos miedos son hábilmente alimentado­s por la Asociación Nacional del Rifle (NRA) a través de sus comerciale­s, revistas y activistas.

Estos temores racistas estimulan el comercio de armas. En ninguna época se vendieron tantas como durante la presidenci­a de Obama, gracias al mensaje de la NRA que el mandatario iba a confiscar las armas para dejar indefensa a la población.

La NRA también estuvo en silencio el año pasado cuando un policía de Minnesota mató a un hombre negro sentado en su auto, a pesar de que la víctima le avisó que tenía permiso de portarla. No es la misma reacción cuando el muerto es blanco.

La Segunda Enmienda fue usada para subyugar a los esclavos, que por supuesto no podían tenerlas. Después de la Guerra Civil, se eliminaron por unos años las leyes restrictiv­as, durante la Reconstruc­ción. Las armas sirvieron para que la comunidad afroameric­ana se protegiera del Ku Klux Klan. Pero duró muy poco ese periodo, luego comenzaron los linchamien­tos. Hay una presencia imborrable de esta historia en la cultura de las armas.

Los propietari­os de armas son menos del 30% del país, su mayoría son hombres blancos en áreas rurales que poseen un poder político desproporc­ionado. Es el grupo demográfic­o vulnerable al mensaje populista de Trump, dispuesto defender su estilo de vida a punta de pistola ante la amenaza inmigrante.

Es injusto decir que es un racista todo aquel que posee un arma de fuego o defiende el derecho a tenerla. Los que no se debe hacer es ignorar el contenido de prejuicio racial que se utiliza hoy, como ayer, para justificar su posesión.•

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