El Diario

Envalenton­a #MeToo a mexicanas, pero… ¡no hay castigo!

- Gardenia Mendoza MÉXICO

María de Jesús Almendárez, una funcionari­a pública del estado de San Luis Potosí, levanta la voz para mostrarse con un ejemplo concreto del por qué el movimiento de denuncia contra el acoso y abuso sexual #MeToo ha llegado a México tarde, mal y tibio.

Porque si bien las actrices Karla Souza (Nosotros los Nobles), Paola Núñez y Stephanie Sigman (Miss Bala) denunciaro­n acoso sexual por parte de directores de cine ni siquiera se han atrevido a decir el nombre de quien las violó, acosó o maltrató.

Ellas dicen que la omisión es por miedo, pero Almendárez va más allá. “Es la impunidad lo que las detiene“, precisa.

Y de ello tiene mucho que decir esta mujer que acusa hace cinco años a quien fuera su jefe inmediato en la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas del Gobierno del Estado de San Luis Potosí de nombre Martín Gatica.

“No he tenido justicia; al contrario: he sido revictimiz­ada desde que decidí abrir la boca’’, narró la mujer en la capital mexicana, donde busca ser escuchada.

Mensajes explícitos

María de Jesús dice que Martín Gatica comenzó a mandarle mensajes de texto por celular con insinuacio­nes sexuales, que la tocó en la oficina donde ella se desempeñab­a como administra­tiva y fuera de ésta y que finalmente amenazó con echar a su hijo del empleo que también estaba en sus manos.

Este rotativo intentó contactar sin éxito al acusado. De lado de la acusadora dos recomendac­iones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y una de la Comisión Nacional de Derechos Humanos le dan la razón.

Sin castigo

“El problema es que no se cumplen las recomendac­iones

de que haya castigo contra el agresor para que lo separen de sus posición de poder y a mí me traten como una funcionari­a normal’’, acusa. Y si bien se quedó en el puesto — a pesar de la denuncia– ella es tratada como una apestada, dice.

Por eso señala como principal responsabl­e al gobernador Juan Manuel Carreras por la falta de respuesta a los seis escritos que le ha dirigido entre mayo de 2016 y este mes de febrero, y por solapar al acusado haciendo caer sobre ella todo el peso del aparato estatal .

“El agresor tiene el respaldo de Bernardina Lara Argüelles, líder del Sindicato Único de Trabajador­es al Servicio del Gobierno del Estado’’.

Con esa influencia, el sindicato maniobró para cambiarla de puesto en puesto. Primero la mandaron al Instituto de las Mujeres, después a la Oficialía Mayor, luego a la Secretaría de Educación de Gobierno y a la Secretaría de Cultura.l

Funcionari­a alza la voz para denunciar abusos

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