¿Madre?¿Mujer? Empresaria
negocio de las comidas. Se enteró que no podía hacerlo en casa para comercializar, buscó y encontró una cocina comercial, solicitó la licencia de procesadora de comida y contrató a un chef que es, de hecho, cofundador de la empresa junto con su esposa además de amigos de Sorrosa. “Yo sé hacer la comida en casa pero no sabía lo que era procesar para vender y con seguridad”, explica. El chef estandarizó las recetas.
La dueña de la cocina comercial la puso en contacto con Cornell University y su Center for Food Entrepreneurship. “Los científicos de este centro nos ayudaron una vez que tuvimos el chef y el proceso para la cocina. Me ayudaron con las especificaciones, con la aprobación de la licencia, las etiquetas, la temperatura de cocción, cómo llenar los envases...”.
Este es un proceso muy delicado y en el que se tiene que poner mucha dedicación para estar al tanto de las regulaciones de varias agencias gubernamentales. Sorrosa se aplicó con ayuda de esta red que tejió a su alrededor y apenas le tomó un par de meses.
Cuando se salta a un territorio desconocido, la clave “es conseguir a gente que esté o haya estado en las áreas más importantes del negocio”. Ahora, esta empresa que empezó con ella misma vendiendo en los Farmers Markets de la zona norte de Nueva York tiene a tres personas trabajando en el desarrollo, venta y comercialización.
“Pero además trabajamos con tres firmas de abogados (claves en empresas de alimentación), otra de diseño marca, fábricas y sus equipos y hacemos contratos con distribuidores. Somos un equipo pequeño y hacemos outsourcing de muchas actividades”, dice esta ecuatoriana antes de recordar que durante algo más de un año trabajó sin cobrar.
Empezó a vender congelado su producto en los Farmers Markets aunque ahora, y gracias a los consejos de los científicos de Cornell los pueden vender refrigerados. Sorrosa dice que en el futuro le gustaría volver a estos mercados pero Fresh Bellies, con un nuevo envase en el que se incluye una cucharita (para aprender a comer mejor) se vende desde 2016 en 300 tiendas del área Noreste del país y se produce en fábricas de alimentación que han sido especificadas para este producto.
A finales del año pasado se firmó un contrato con un distribuidor nacional y este es el año que se va a ir tras el gran mercado del país. Este mismo mes tiene previsto sacar un snack que presentará en Los Ángeles y con el tiempo lanzar al mercado más sabores de los purés que hace con las recetas de su madre.
De momento, Fresh Bellies no habla de sus cuentas pero Sorrosa explica que les va bien. Vendiendo en las tiendas se han encontrado que muchos padres no saben que se puede encontrar comida para bebés en la zona refrigerada de los productos lácteos que es donde colocan los envases de esta marca. Para llegar al pasillo de las comidas de bebés, se están empezando a poner refrigeradores en estas áreas en algunas tiendas para así dar mayor visibilidad al producto.
Es para esto, para hacer crecer la empresa, el equipo y las ventas en lo que se va a invertir esta segunda ronda de capital que se está captando. “En cinco años veo la empresa como una gran marca de comidas para bebés, quizá con un 2% del mercado nacional”, dice esta empresaria ecuatoriana. “Pero mi mayor éxito será que la gente empiece a hablar de la nutrición de los bebés de una forma distinta a como se habla ahora, que sea innato para un papá entender por qué el vegetal debe saber como vegetal y no fruta, por qué es importante introducir sabores con hierbas y especias pronto”.l Saskia Sorrosa no es una excepción. Como muchas mujeres en el terreno de las startups se encuentra con las dificultades de entrar en lo que muchas personas consideran el “boys club”. “No entro ni siquiera en el tema de ser latina, solo ser mujer ya es el problema. Los inversionistas son hombres y en el mundo de la comida la mayoría también son hombres (intermediarios, distribuidores, manufacturas...). Hay veces que voy a una reunión y soy la única mujer”, explica. “Y es duro”.
“Hay que manejarse de determinada manera para que le escuchen a una. A mí me asocian con la idea de ser mamá, mujer y en tercer lugar empresaria”. Sorrosa dice que incluso las conversaciones cambian cuando ella llega a una reunión y los hombres dejan de hablar de temas generales para preguntarle por sus hijos.
“Y eso implica que también cambian a la hora de escucharle a una”.