FACEBOOK FALLÓ
Cuando uno comparte en Facebook una foto, una historia personal con sus “amigos” o hace un “like”, es igual que poner esa información en una cartel público. Esos datos tienen un valor grande para las empresas que venden desde una aspiradora a un candidato presidencial.
Es la intersección de la democratización de la información gracias al Internet, la sociabilidad y sicología del ser humano, la sociedad de consumo y la tecnología que combina todos esos elementos para promover un producto.
La controversia surgida con el papel de Facebook en la elección del presidente Donald Trump tiene que ver con todos estos elementos en un universo tecnológico nuevo. Un mundo en que el consumidor es una presa fácil.
El negocio de Facebook es ayudar al anunciante a llegar a un cliente con las características que lo hagan el ideal para ese producto. El sitio social tiene los perfiles de gustos de cerca de 2,000 millones de usuarios que le redituaron el año pasado 40,000 millones de dólares.
Una de esas empresas de mercadeo es Cambridge Analytica. Ella define su servicio como “usar la información para cambiar la actitud de la audiencia” para campañas comerciales como políticas.
Alguien de Cambridge creó una universidad falsa y utilizó Facebook, como la inocencia de la gente, para obtener perfiles de cerca de 50 millones de personas. Estos son clasificados y una parte significativa se convierte en el blanco del votante ideal para el populismo de Trump.
A ese votante potencial, usando la sicología, se lo asusta gracias a los datos que le llega por Facebook. Allí se le informa desde que el Papa Francisco respaldó a Trump cuando hizo lo contrario, hasta que Hillary Clinton trafica con niños junto con su jefes de campaña desde una pizzería de Washington DC.
La idea de “noticia falsa” que tanto repite el Presidente, fue acuñada para definir las mentiras que eran pasadas como hechos noticiosos a su favor o en contra de su rival. El momento más fuerte de la campaña fue cuando Steve Bannon dejó Cambridge para dirigir la campaña de Trump.
Cambridge fue parte de la campaña de desinformación dirigida a la base desafecta política de Trump. Facebook fue el vehículo para proveer la información de ellos y para mover las noticias falsas.
Facebook falló en custodiar los datos que posee y en permitir que se presente sin distinción la noticia falsa, la verdadera y la propaganda partidista.
Es necesario que se explique en Internet cuando la información es de fuente partidaria, como ocurre en otros medias. Hay que proteger la privacidad del usuario, aquí hay una responsabilidad personal de lo que se comparte.
Para eso, el Congreso debe hacer audiencias y que el jefe ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, sea obligado testificar sobre lo ocurrido. La empresa hasta mantiene un silencio inaceptable que la hace cómplice de lo ocurrido, en vez de solución.•