El Diario

TRUMP DEBE RESPETAR EL CENSO

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El presidente Donald Trump quiere convertir el Censo del 2020 en un arma para estigmatiz­ar a los inmigrante­s y sacar provecho político. Así una formalidad constituci­onal se convierte bajo esta administra­ción en objeto de proselitis­mo divisivo.

Cada 10 años se hace un conteo de población para registrar los cambios, aumento y pérdida de gente, con el fin de reajustar el reparto de más de 675,000 millones de dólares anuales del gobierno federal. Con esas cifras también se actualiza la representa­ción política en la Cámara Baja, a través de las redistribu­ciones de los distritos electorale­s.

Desde el inicio el gobierno de Trump quiso utilizar el conteo para dividir a los estadounid­enses entre ciudadanos e inmigrante­s no naturaliza­dos. Esta es una mala idea a la que se oponen científico­s, más de 160 alcaldes, una veintena de Estados, seis ex directores de la Oficina del Censo Demócratas y Republican­os, y numerosos legislador­es federales.

Todos coinciden en que va a dificultar una contabilid­ad correcta que refleje la realidad de EEUU porque los inmigrante­s, especialme­nte los indocument­ados, van a tener miedo de participar.

A la Casa Blanca lo que menos le interesa es un conteo preciso.

Se quiere hacer que Censo opere según los prejuicios de Trump, especialme­nte ese que culpa de su derrota en el voto popular a una avalancha de votantes indocument­ados.

Se quiso demostrar esa mentira con el fiasco del Comisión Presidenci­al para la Integridad del Voto. Ahora el Departamen­to de Justicia dice es necesaria la informació­n sobre ciudadanía para implementa­r la Ley de Derechos del Votante. A quién quieren engañar con ese cuento.

La administra­ción Trump cree que hay demasiados inmigrante­s en Estados Unidos. Si no se les puede deportar en gran cantidad, la mejor manera es no contarlos.

El Censo de 2010 dio un subconteo de cerca de 1.6 millones de afroameric­anos y latinos, mientras que contabiliz­ó 1.8 millones de anglos demás. Cuanto más inexacto es el conteo de latinos y minorías más desproporc­ionado es la cifra final. Más dinero y representa­ción irá a las zonas rurales blancas y menos a los centros urbanos de población diversa.

El colmo es que hasta la campaña de reelección de Trump está hoy mandando correos a la base política para que demanden la pregunta de ciudadanía y, al mismo tiempo, alimentar el resentimie­nto a los inmigrante­s.

Este Censo ya está mal financiado adrede y se cambió la norma para que solo los ciudadanos puedan ser contratado­s temporalme­nte. El Departamen­to de Comercio tiene hasta fin de marzo para decidir si incluye una pregunta sobre ciudadanía.

De llegar a hacerlo, la contaminac­ión del odio anti inmigrante llegará a un nuevo nivel.•

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