Sobrevivientes de masacres exigen al Congreso control de armas y advierten voto de castigo
Liderados por sobrevivientes de la masacre en una secundaria en Parkland (Florida), entre éstos Emma González, centenares de miles de manifestantes se tomaron ayer las calles de Washington para exigir un mayor control de las armas, y advirtieron de un voto de castigos a los legisladores que no atiendan sus reclamos.
La “Marcha por Nuestras Vidas”, que comenzó desde tempranas horas en Washington, estuvo acompañada por más de 837 actos de protesta dentro y fuera de Estados Unidos, incluyendo ciudades como Nueva York, Los Angeles (California), Boston (Massachusetts), y Madrid (España).
Durante un emotivo discurso y secándose las lágrimas, González, de origen cubano, describió cómo la matanza en su escuela alteró a la comunidad entera y, para los que “todavía no entienden el devastador impacto”, afirmó que sus compañeros muertos jamás podrán vivir el futuro que planeaban.
“En seis minutos, 17 de nuestros amigos nos fueron arrebatados, 15 más resultaron heridos. Absolutamente todos quedaron afectados para siempre. Todos los que estaban allí lo entienden”, dijo González en el discurso de cierre, mientras la multitud coreaba “nunca más!”.
De sobrevivientes a activistas
La movilización fue organizada por un movimiento estudiantil orgánico que surgió de la matanza en la escuela secundaria “Marjory Stoneman Douglas” en Parkland el pasado 14 de febrero.
Esa matanza, entre las 16 que han ocurrido tan solo en lo que va de 2018, ha sido el detonante para un mayor activismo en contra de las armas. De las distintas consignas, la más común fue “sáquenlos”, dirigida a los políticos que se oponen al control de armas pero buscan la reelección en noviembre próximo.
En una petición difundida en su página web, los organizadores delinearon tres exigencias concretas: la prohibición de la venta de armas; un alto a la venta de armas con tambores de alta capacidad, y cerrar los “resquicios” legales del sistema de revisión de antecedentes de todos los compradores de armas, para que éstas no caigan en manos indebidas.
“Los niños de este país ya no pueden ir a la escuela con el miedo de que cada día podría ser su último”, indicó la petición.
La protesta nacional sirvió para rendir tributo a las 17 víctimas de Parkland, condenar la “normalización de la violencia” y, sobre todo, pedir a los líderes del Congreso medidas para restringir el acceso a las armas, con la advertencia de que les pasarán factura en los comicios del próximo 6 de noviembre.
En Washington, la marcha nacional, a la que fueron convocados hasta medio millón de personas, cubrió como un tapiz toda la Avenida Pensilvania, desde las cercanías de la Casa Blanca hasta el Capitolio.
La saturación fue tal que las señales de internet colapsaron y era imposible dar un paso para abrirse camino hacia un escenario, donde sobrevivientes de Parkland, líderes demócratas del Congreso, celebridades y activistas de grupos cívicos hablaron en una sola voz para exigir medidas contundentes para silenciar las armas en las escuelas y comunidades.
La multitud, que contó padres de familia, maestros y líderes sindicalistas de al menos una decena de estados de la costa Este, canalizó su furia contra la Administración Trump, los republicanos del Congreso y la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA).
Desde una de las 14 pantallas gigantes colocadas en la calle, Amber Olmo, de 25 años y originaria de Sacramento (California), miraba la marcha con una mezcla de tristeza y rabia porque, según dijo, se gana la vida “limpiando escenas de muerte” y está “harta” de la violencia.
“Vine a apoyar a estos jóvenes. Algunos colegas míos estuvieron en la escena del crimen en Parkland, limpiando la sangre de los estudiantes… estoy cansada de ir a sitios donde una innecesaria violencia de las armas ha dejado tantos muertos”, subrayó Olmo.
Acompañada de sus hijos y nietos, la puertorriqueña Hilda Vázquez viajó desde Orlando (Florida) para “apoyar este maravilloso evento, por nuestros hijos, y porque no queremos más armas en las escuelas”.
“Queremos paz y mucha tranquilidad para nuestros niños. Esperamos en Dios que esto surta efecto; estos congresistas en algún momento tendrán que escuchar y hacer algo para combatir este mal en nuestras escuelas”, manifestó.
Por su parte, la mexicana Mary Cruz Abarca, de Baltimore (Maryland), dijo que le interesa que las escuelas “estén verdaderamente protegidas. Posiblemente no podamos tener el control de todas las armas, pero tenemos que tener el control de las escuelas”.
Para muchos en la marcha, esas palabras sonaron hue-