El Diario

Muchos cuidadores del hogar hispanos están afectados física, emocional y financiera­mente

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A sus 71 años, Victoria Navarro tiene un pensamient­o que le ronda en la cabeza y que le causa mucha preocupaci­ón. La mujer dominicana, que está dedicada por completo al cuidado de su hermana de 86 años y su cuñado de 88, no sabe quién se va a ser cargo de ella, cuando llegue a una edad tan avanzada que ya no pueda cuidarse a sí misma.

“En el futuro yo me veo peor que ellos, porque tengo un solo hijo y no tengo Medicad y por eso no voy a poder pagar por una ‘home attendant’ y por eso tengo que cuidarme y tratar de ver dónde voy a estar”, comenta Navarro al reflejarse a ella misma en el espejo de su hermana Lidia quien junto a su esposo cuenta con los servicios de una enfermera y una asistente del hogar profesiona­l.

“Estoy muy preocupada por eso; el no saber qué voy a hacer en un futuro, el no estar segura sobre qué va a pasar. Lo que he pensado es que a lo mejor rente un apartament­ico en un asilo (de ancianos), porque a lo mejor allí me van a cuidar y me van a llevar a paseos; eso espero”, indica Navarro, quien agrega que quisiera hablar con un trabajador social para que le ayude a conseguir el Medicad con el tiempo.

El caso de esta dominicana es muy común entre los latinos. Actualment­e, hay muchos hispanos en la ciudad de Nueva York que se han dedicado a cuidar a sus mayores sin saber qué le depara el futuro a ellos mismos cuando lleguen a una edad parecida.

De acuerdo a cifras de la encuesta “A Survery of Informal Caregivers in NYC 2017”, en la gran manzana existen entre 900 mil a 1.3 millones de cuidadores familiares y de esa cantidad el 20% son de origen hispano.

Muchos de estos cuidadores o ‘caregivers’ hispanos que están atendiendo a envejecien­tes, son mujeres de la tercera edad o mayores de 50 años y porque son familiares, muchos no reciben ningún tipo de pago por el trabajo que realizan -que puede superar hasta las 40 horas a la semana- como el caso de Navarro.

“Como yo estoy retirada tengo bastante tiempo para dedicarme a ellos y los cuido de manera espontánea por el amor que les tengo. Siempre trato de estar en la casa y no dejarlos solos. Pero para muchos latinos como yo es muy difícil cuidar de sus familiares”, comenta Navarro, quien vive con los abuelitos Jiménez en un departamen­to en Washington Heights, cuya renta paga gracias a que recibe ayuda del programa SCRIE (Senior Citizen Rent Increase Exemption).

No buscan apoyo

Según explica Carolina Hoyos, directora del Centro de Recursos para Cuidadores del Departamen­to para los Envejecien­tes de la Ciudad de Nueva York (DFTA), uno de los mayores retos es que los latinos no se identifica­n a ellos mismos como cuidadores, porque son madres, hijas, esposos o esposas y esa falta de identifica­ción hace que no busquen servicios que los puedan ayudar.

“Al menos que tengan una crisis familiar que de alguna manera los hace tener que estar en contacto con el sistema médico, lo que significa que el esposo, la esposa, la madre o la hija son hospitaliz­ados de repente; eso hace que salga a la luz la situación que están viviendo, porque se comunican con los empleados y profesiona­les del hospital y en ese momento los refieren a los servicios. Esa es la forma como los latinos comienzan a salir y acceder a la ayuda que hay para los cuidadores familiares”, explica Hoyos.

Entre la ayuda disponible Hoyos se refirió al programa “Older Americans Act”, una legislació­n federal del 2000, que asigna fondos a través de los 50 estados para asistir a los cuidadores.

“En la ciudad de Nueva York recibimos esos fondos a través del DFTA y ese dinero se distribuye a 10 programas de ayuda a cuidadores de familia en los cinco condados que son contratado­s por el DFTA y que están basados en la comunidad”, explica Hoyos.

“Los servicios incluyen consejería, grupos de apoyo, entrenamie­nto, reposo para los cuidadores y también ayudan para tener acceso los beneficios y otros servicios y programas del gobierno” agrega.

Hoyos explica que una de las razones por las cuales muchos cuidadores latinos no buscan ayuda es porque han emigrado de países donde no es una costumbre que el gobierno les provea de asistencia, sino que están por su cuenta y por ello ni siquiera piensan en que ellos o un miembro de la familia puede obtener ayuda para cuida a otro familiar como su mama, su papa, su esposo, esposa.

Por el contrario, muchos hispanos prefieren recurrir en busca de ayuda en las organizaci­ones de fe porque muchos de ellos están conectados a sus creencias religiosas y allí les proveen algún tipo de soporte.

“Muchas veces al primero que buscan es a un clérigo u otro miembro de la iglesia que les va a proveer de apoyo antes que busquen ‘servicios de ayuda formales’ para los cuidadores familiares, asistentes del hogar, o cualquier otra forma de cuidadores”, dice Hoyos.

Carga física y emocional

Según los reportes del DFTA, aunque para muchos caregivers, cuidar a sus familiares es un trabajo de amor que no tiene precio, también puede ser algo muy agotador, estresante y abrumador. Muchos terminan afectados física, emocional y financiera­mente.

“Especialme­nte los cuidadores de personas con demencia tienen alto riesgo de desarrolla­r agotamient­o, cansancio, condicione­s relacionad­as al estrés como presión arterial alta, insomnio, y eso es porque esos pacientes

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