Flor de Toloache: de actuar por comida al éxito
El mariachi femenino recuerda el duro camino durante sus 10 años de carrera
Cansada de que le pagaran menos que a sus compañeros y aburrida de tocar siempre las mismas canciones, Mireya Bravo decidió crear hace 10 años el primer y único grupo de mujeres mariachis de Nueva York, Flor de Toloache.
Era todo un reto: no tenía dinero para los trajes, ni conocía locales donde tocar y le fue imposible encontrar una sola mariachi que se sumara a su proyecto, ya que en aquel entonces Nueva York solo tenía una incipiente escuela de música mexicana.
Los problemas se solucionaron, algunos más pronto que otros. Bravo, de padre mexicano (y mariachi) y madre dominicana, convenció a su amiga Shae Fiol, estadounidense de origen cubano, para que se uniera a la banda.
Fiol y el resto de artistas que se sumaron después tenían algo en común: ni eran mexicanas, ni habían tocado nunca antes mariachi, pero con ganas y esfuerzo aprendieron rápido.
Hoy, Flor de Toloache vive su momento más dulce, tras lograr un Grammy Latino por “Las Caras Lindas”, su primer disco con canciones originales con el que están recorriendo Estados Unidos y Europa.
Ser un grupo de mariachis mujeres no ha sido un obstáculo, sino que les ha abierto puertas, reconoce Ramos, que tiene claro cuál ha sido el mayor obstáculo: el dinero.
“Cuando eres músico independiente, el dinero es un problema, especialmente en una ciudad como Nueva York, y siempre era nuestro mayor dolor de cabeza”, explicó la líder de la banda.
Se las ingeniaron como pudieron. En vez de comprar trajes tradicionales, los cosieron ellas mismas y empezaron a tocar en el metro y restaurantes a cambios de propinas
o comida. componentes originales de Flor de Toloache, que debe su nombre a una flor secreta de México que los enamorados solían utilizar para suicidarse.
El grupo nació del deseo de Ramos de cambiar. Estaba harta de dos cosas: de trabajar con hombres y, sobre todo, de cantar siempre el mismo repertorio. Durante su etapa como mariachi en bandas donde era la única mujer aprendió mucho, aunque en más de una ocasión le pagaban menos que a sus colegas masculinos o, incluso, no le pagaban, “algo que no se atreverían a hacer con un hombre”, dijo.
También tenía ganas de probar nuevos arreglos. En su último disco, el primero con canciones originales, se pueden escuchar ritmos del jazz, el country, la cumbia, el guapango y el pop, y en sus conciertos versionan a Nirvana.
La canción que da nombre a su último disco habla de “las caras lindas de mi gente negra”, una oda a los latinos de descendencia africana y que las llevó a ser las primeras m ariachis en lograr un Grammy Latino al mejor álbum de rancheras.