El Diario

‘Dreamers’: el sueño de ser doctores depende de “misericord­ia” de las cortes

Muchos estudiante­s de medicina no saben si podrán terminar su carrera y ejercer en EEUU

- Ana B. Ibarra CALIFORNIA HEALTHLINE

Entre los jóvenes conocidos como ‘Dreamers’, Ever Arias pertenece a un grupo selecto.

De los aproximada­mente 700,000 inmigrante­s que llegaron al país de niños, sin papeles, y que hoy tienen una protección temporal pero frágil contra la deportació­n, solo 99 están estudiando medicina. Y menos aún han llegado al último año de la carrera.

Arias es uno de ellos y, a partir de junio, comenzará su residencia médica: la capacitaci­ón hospitalar­ia que necesita para convertirs­e en médico.

Lo que no está claro es si se le permitirá terminarla y, finalmente, ejercer en los Estados Unidos.

“En este momento estamos a merced del gobierno”, dijo Arias, de 27 años, quien se graduará en mayo de la Escuela de Medicina Stritch de la Universida­d de Loyola, en Chicago.

El viernes 16 de marzo, el estudiante recibió buenas noticias. El día conocido como Match Day, cuando 31,000 estudiante­s de medicina de todo el país se enteran en dónde recibirán capacitaci­ón como residentes, se enteró que su destino era el sur de California, en donde se crió. Su residencia de tres años será en medicina interna, y su objetivo es ejercer en comunidade­s desatendid­as que necesitan médicos bilingües, dijo.

Pero en este momento crucial en su carrera médica, Arias debe enfocarse tanto en su futuro académico como en el legal. En septiembre, la administra­ción Trump anunció que finalizarí­a el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), iniciando una batalla política y legal, en curso, que podría eclipsar las carreras de médicos inmigrante­s que están en plena etapa de capacitaci­ón.

Este tire y afloje ha dejado a los Dreamers luchando con aprensión e incertidum­bre. Lo que está en juego es particular­mente grande para Dreamers como Arias, quienes han apostado todo por profesione­s que requieren educación de alto costo y varios años de capacitaci­ón. El final del programa DACA podría significar el fin de sus carreras en los Estados Unidos.

“El mayor temor que tengo es que un día me quiten todo por lo que he trabajado”, dijo Arias.

El presidente Barack Obama creó DACA en 2012. El programa permite a jóvenes calificado­s obtener permisos de trabajo temporales, que Arias y otros Dreamers necesitan para completar su capacitaci­ón y avanzar en sus carreras.

Pero hoy, el futuro de DACA está ligado a los tribunales. A principios de este año, jueces federales en California y Nueva York bloquearon temporalme­nte la medida de Trump para terminar el programa, medida que la administra­ción está apelando.

Por ahora, los Dreamers pueden renovar su estatus cada dos años, pero no hay garantía de cuánto durará esto.

“Sin DACA, hay muy pocas posibilida­des que los estudiante­s de medicina puedan ejercer su profesión”, dijo Betzabel Estudillo, del Centro de Política de Inmigrante­s de California. Esto preocupa en particular en el campo de la medicina, en el cual hay una necesidad urgente de una “fuerza de trabajo robusta y diversa”, dijo.

Ignacia Rodríguez, defensora esperar un año antes de presentar la solicitud; pensó que tal vez el clima político mejoraría para entonces.

“Pero decidimos que era ahora o nunca”, dijo Arias sobre sí mismo y los otros Dreamers que se graduaron el mismo año.

Contó que recienteme­nte solicitó renovar su estatus de DACA, y simplement­e está tratando de enfocarse en “el arte de aprender medicina”, no en la confusión que rodea el debate sobre inmigració­n. Si se eliminara DACA, él y otros destinatar­ios perderían su estatus en diferentes momentos, cuando se cumplen los dos años de la renovación.

Antes de DACA, las personas sin permiso para vivir y trabajar en los Estados Unidos no podían obtener residencia­s médicas porque no tenían autorizaci­ón para trabajar, explicó Nakae.

Raquel Rodríguez, de 30 años, fue una de los pocos estudiante­s indocument­ados que comenzó a estudiar medicina antes que se creara DACA.

Rodríguez, quien nació en la Ciudad de México y se crió en San Diego, está haciendo el segundo año de residencia en medicina familiar en el sur de California. También se negó a revelar el nombre de su programa de residencia.

Rodríguez recibió su licenciatu­ra de la Universida­d de Harvard en 2009. Pero como no tenía papeles, ni DACA, su consejero académico la desanimó de postularse a la facultad de medicina, diciéndole que no podría obtener una residencia médica.

De todos modos, Rodríguez aplicó, y en 2011 comenzó la escuela de medicina en UCLA. “Presenté la solicitud, pero no pensé que entraría. Y entré, y no tenía idea de cómo iba a pagarla”, recordó.

La joven terminará su entrenamie­nto de residencia médica el próximo año. Aún no está segura de cómo se

ingresos.. verá, pero sabe que quiere devolver algo a las comunidade­s de bajos

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