Sueño por la ‘green card’ termina en sufrimiento para familia
de ingresos cuando además se han gastado una buena cantidad de dinero en abogados y de desolación para una esposa y madre que lucha con un cáncer en fase cuatro que comenzó en el seno hace años pero ahora está metastizado y ha llegado a la piel.
“Es muy agresivo”, dice Paxtor mostrando las vendas que le cubren parte del torso, “yo lo veo en la piel”.
María Paxtor es una mujer pequeña de estatura a la que no le queda más remedio que ser grande en resistencia. Lleva desde 2008 con tratamiento de quimioterapia y tiene una masectomía parcial. Su cabeza está cubierta por un gorrito que se retira ligeramente para mostrar los efectos del tratamiento que recibe. No hace falta que lo haga. Sus cejas están despobladas y su brazo izquierdo hinchado.
Cuando su esposo estaba con ella, era él quien se encargaba de muchas tareas, entre ellas llevar a los niños a la escuela, Brooklyn Arbor, en Williamsburg. Allí era donde vivían antes de que les dieran un apartamento en un edificio de NYCHA en East New York. Ahora lo tiene que hacer ella y eso es un problema porque su salud exige muchas más visitas al médico de lo que le permite este ir y venir a la escuela. “He perdido ya tratamientos, he cancelado cinco citas ya”, cuenta la mujer cuya salud le ha dejado en los hospital ingresada tres veces ya en lo que va de año.
Dice tener poca energía, marearse y se le nota un sufrimiento que se transforma en lágrimas de desesperación cuando explica que lo único que quiere es tener a su esposo a su lado. Sufre porque él está solo allá y ella, tiene que hacer frente a cuestiones dolorosas como qué hacer con los niños si algo le pasara a ella. Aunque tiene un hermano en Los Ángeles, admite que no tiene testamento y que no sabe en qué situación legal quedarían sus hijos si le pasara algo a ella.
“Mi hermano dice que se ocupa y ellos tienen a su padre pero lo que no queremos es que los niños entren en
el sistema de atención de la ciudad”. Admite que no sabe cómo se organiza esto y a quién pedir ayuda para ello.
Paxtor no tiene familia en Nueva York y no conoce a nadie en el vecindario en el que reside desde 2011, pero ha descubierto que hay otras relaciones tan importantes y significativas. Ella las tie-
ne en la escuela de sus hijos.
María Fernanda Sosa, cuyo hijo está en clase con uno de los hijos de este matrimonio, recuerda que hace unos días, cuando se reunieron con los profesores, Paxtor le dijo que estaba feliz porque su esposo estaba terminando el proceso de la “green card”. “Yo conocía a María porque habla-