El Diario

Aura Hernández, que se refugió en una iglesia en Manhattan para no ser deportada, denuncia que fue violada por un agente de ICE

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En octubre pasado la guatemalte­ca Aura Hernández se presentó en el edificio de Inmigració­n 26 de Federal Plaza, en el Bajo Manhattan, como había hecho regularmen­te desde el 2013, cuando se enteró que tenía una orden de deportació­n. Allí le dieron un ultimátum: “el 30 de noviembre te tienes que ir, porque ya no te vamos a dar más tiempo”. Pero ella no se fue y logró conseguir que las autoridade­s de Inmigració­n le extendiera­n el plazo de salida para el 1 de marzo.

Angustiada y tratando de protegerse para que ‘La Migra’ no cumpliera su advertenci­a, la madre de Daniel, de 10 años, y Camila, de 15 meses, decidió con su esposo que lo mejor era dejar su casa en Westcheste­r y refugiarse en una iglesia para protegerse. Ya conocía el caso de su paisana, Amanda Morales, quien lleva siete meses en la iglesia Holyrood de Washington Heights, y por ello golpeó las puertas allí y la albergaron durante dos semanas.

Luego, el templo Fourth Universali­st Society, al lado oeste de Central Park le ofreció refugio hace casi un mes. Desde allí, la mujer de 37 años promete dar una dura batalla para que no la separen de sus hijos ciudadanos y no los manden a ellos directo a “lo que sería una tumba”.

“Yo no puedo irme por mis dos hijos y si nos vamos a Guatemala, la vida sería desastrosa y fatal para ellos”, comentó la atribulada madre, sentada en las gradas del templo, que se ha vuelto su hogar, mientras abraza a sus dos pequeños. “Allá, o le entras a las maras o te mueres. Mandar a los niños allá es a que los obliguen o a que los maten, como pasó con mi hermano, que hace dos años lo mataron por no volverse pandillero”.

La centroamer­icana sabe que su lucha no será fácil y aunque el Servicio de Inmigració­n y Aduanas (ICE) confirmó que por desacatar la orden final, Aura es considerad­a “una fugitiva”, a la que podrían detener en cualquier momento, con el pecho en alto, ella insiste en que no va a dejar que le pisoteen sus derechos ni su dignidad de mujer, como denuncia que

ya hizo ICE.

Denuncia violación

“Yo digo que con fe, yo voy a salir de aquí pronto. Yo quiero que me hagan justicia. No quiero suplicarle­s que me regalen nada, pero como Jesús, yo estoy cargando mi cruz con dignidad porque no soy ni fugitiva ni criminal, solo soy una mujer que luchan por sus hijos y de aquí solo me sacan con los pies por delante”, manifestó la inmigrante, al tiempo que denunció haber sido violada.

“A mí me hicieron algo en la patrulla. Ahí en el centro de detención. Yo nunca hablé, pero es humillante. Fue cuando entré aquí, en el 2005. Un agente de la Patrulla Fronteriza abusó sexualment­e de mí”, dijo la madre. “En el 2013 hice la denuncia y ellos me dijeron que el tiempo se había acabado porque hablé muy tarde, pero yo tenía mucho miedo y vergüenza de decir algo tan horrible. Me tragué sola ese dolor por tanto tiempo y ahora me quieren tirar, pero esa rabia ahora se me volvió coraje para seguir luchando”.

Aura, quien se enteró de la orden de deportació­n apenas en el 2013 cuando tuvo una infracción de tránsito y el policía que la detuvo le informó que debía presentar ante ICE, explicó que le ordenaron la salida del país por no haber acudido a la corte de inmigració­n en el 2005, cuando la detuvieron en la frontera y le dieron fecha de comparecen­cia. Ahora, con un nuevo abogado y después de haber invertido sin frutos más de $15,000 en defensores, de los que uno incluso se murió, la madre anhela un respiro migratorio por haber sido víctima.

“No solo fui abusada aquí. También sufrí tres años de violencia doméstica en Guatemala y yo prácticame­nte salí huyendo de allá para que no me mataran”, dijo la mujer, quien cierra los ojos con fuerza y tras tomar aire, asegura que su fe es más enorme que su dolor para sacar a sus hijos adelante.

“Cuando estás casi al filo

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