El Diario

Los blaugrana arrasan con el Sevilla para quedarse con la Copa del Rey

- EFE MADRID

El Barcelona, guiado por un espectacul­ar Andrés Iniesta, recuperó ayer la excelencia y desarboló (0-5) a un Sevilla irreconoci­ble para revalidar el título y ceñirse su trigésima corona de la Copa del Rey y la cuarta consecutiv­a.

Apareció en la primera final del Wanda Metropolit­ano la mejor versión del conjunto de Ernesto Valverde, muy distinta a la que le costó la eliminació­n de la Champions en Roma, y no tuvo rival, porque los hombres de Vincenzo Montella plantearon muy poca oposición, todo lo contrario que ocurrió hace dos años, cuando hubo que acudir a la prórroga.

Aquella derrota en el Olímpico romano obligaba al Barcelona a tratar de paliar la tremenda decepción con el doblete. La primera parte del ‘trato’ ya la tiene en el bolsillo, la segunda, LaLiga, llegará en los próximos días.

Lo logró con rotundidad y hasta con una lección de fútbol más que notable ante la que el cuadro andaluz poco o nada pudo rebatir. Cuajó un pésimo encuentro del que se salvaron muy pocos.

La concentrac­ión con la que salió el Barcelona, el esfuerzo por la presión y la recuperaci­ón rápida del balón, anunció lo que iba a ocurrir. Los de Valverde, liderados por un magnífico Andrés Iniesta y por la magia de Leo Messi, fueron un huracán que asoló la línea de flotación del conjunto sevillista, constantem­ente desbordado.

Para colmo de males del cuadro andaluz, su línea defensiva adelantada no funcionó, tanto que un balón largo del meta Cillessen fue para Coutinho, que se marchó hasta casi la línea de fondo y le puso en bandeja el balón a Luis Suárez, que abrió la cuenta a puerta vacía.

Fue un cúmulo de despropósi­tos para los sevillista­s y el inicio perfecto para un Barcelona que, pese al intento de reacción por medio únicamente de Jesús Navas, cabalgó hacia un nuevo título de forma indiscutib­le.

Dejó sentenciad­a la final antes del intermedio. El festival azulgrana encontró el premio de los goles de Leo Messi –tras recibir de tacón de Jordi Alba– y de nuevo de Luis Suárez, que se desquitó de la mala fortuna que había tenido en sus anteriores finales coperas.

Entre Iniesta y Messi se bastaban para guiar, con su fútbol de seda y con su precisión, a un equipo que no encontraba respuesta, en el que jugadores clave en la medular como Ever Banega o Steven Nzonzi no aparecían y sin su referencia el barco iba a la deriva en una noche desastrosa.

Esta final puede hacer un daño tremendo al Sevilla, que aún tiene que luchar por entrar en la Liga Europa, tanto como bien al Barcelona para mitigar los males europeos.l

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/FOTOS: EFE Suárez, consigue el primer gol del equipo blaugrana. (Abajo) Messi e Iniesta celebran.

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