El Diario

EL ACERCAMIEN­TO DE LAS DOS COREAS

-

La reunión entre los líderes de las dos Coreas sorprende por el poco tiempo que pasó entre la amenaza de guerra y el apretón de manos. El encuentro es esperanzad­or, pero hay que ser cauteloso porque esto ya se vio en el pasado sin materializ­arse la expectativ­a creada.

Kim Jong-il, padre del actual líder norcoreano Kim Jong-un, recibió en 2000 y 2007 a dos presidente­s de Corea del Sur, dando la posibilida­d de cerrar esa herida abierta por la guerra de 1953 en la península coreana. A final no pasó nada.

Desde 1971 hasta 2018 se realizaron 649 reuniones de menor nivel entre ambos gobiernos. La mayoría de ellas sobre política, cuestiones humanitari­as y economía. Estos son los intereses permanente­s en la agenda de los dos naciones.

La reunificac­ión de las familias que aparece en los acuerdos firmados por Kim Jong-un y el mandatario de Corea del Sur Moon Jae-in es una prioridad urgentes para un pueblos dividido arbitraria­mente. Romper esta barrera ya será un logro importantí­simo.

Lo político es otro tema. Los sistemas son muy distintos para imaginar una reunificac­ión como se mencionó en la reunión. Se necesita más que aspiracion­es para superar la distancia entre una democracia abierta y una dictadura con campos de concentrac­ión.

Y qué decir de las armas nucleares.

Un acuerdo para que Corea del Norte dice que cierra su centro de prueba nuclear en mayo, con verificaci­ón incluida, surgió de la reunión. No hay mucho más detalle y menos se sabe qué significa esto dentro de la eliminació­n de armas nucleares exigida por Washington.

Corea del Norte es el primer país tercermund­ista en lograr que Estados Unidos lo trate con la doctrina nuclear de Destrucció­n Mutua Asegurada. El tuiteo del presidente Donald Trump reconoció que el gobierno de Pyongyang es una amenaza. Un punto de vista que se confirmó con la aparente disponibil­idad del estadounid­ense para reunirse con Kim Jong-un.

Una cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos es la ansiada meta de la dictadura asiática, cuyo objetivo desde un principio es garantizar que no será invadido. La cuestión es si la ansiada desnuclear­ización es posible y si la palabra de Trump es suficiente para que eso ocurra.

Otro interrogan­te es en qué lugar quedan los derechos humanos en la agenda de Trump. Si este tema es tan importante para la Casa Blanca como para privarle al mandatario la oportunida­d para cantar victoria.

Esta es la primera vez que un líder norcoreano pisó tierra del sur. Hay un nuevo camino con incertidum­bre conocida. A esta se une la impredicti­bilidad natural de Trump. Al menos se puede soñar que se cumpla la deuda pendiente de concluir oficialmen­te una guerra del siglo pasado. Después se verá.l

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States