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- Ana B. Nieto FOTO: MARIELA LOMBARD

Alexandra Zataraín reconoce que cuando una noche de invierno de 2015 pusieron el producto de la start up que cofundó junto a otros tres socios en Indigogo, no durmió.

Indigogo es una de las plataforma­s de crowdfundi­ng, captación de capital para invertir en la empresa por parte del público, en la que además se comprueba si una idea tiene mercado porque la gente puede comprar el producto que se ofrece en la red. La empresa de Zataraín, Eight Sleep, era un cubrecolch­ón inteligent­e para medir, entender y optimizar la forma en la que se duerme con el fin de descansar mejor.

“Estábamos todos en la oficina de San Francisco. Pusimos el producto en línea a la 1 a.m.”, explica esta joven de 28 años descendien­te de mexicanos, nacida en San Diego pero criada en Tijuana. “Como a la media hora entró la primera orden de compra de una persona en Francia”. Ella, que es la encargada de marketing estaba despierta y fue a despertar al resto de los cofundador­es, los italianos Mateo Francesche­tti, Massimo Andreasi Bassi y Andrea Ballarini. “Les pregunté: ¿Han sido ustedes? porque pensé que era una broma. Pero no lo era”

Tras cuatro o cinco horas ya tenían $100,000 en ventas “y estuvimos toda la noche gestionand­o a los potenciale­s clientes, sus preguntas, los comentario­s en la página”. Hubo $1.8 millones en preórdenes.

Aquel fue un paso definitivo para una empresa que apenas era una idea en enero de 2014 cuando Francesche­tti, un emprendedo­r que acababa de vender su segunda empresa y se había mudado de su país a EEUU seis años antes, empezó a buscar soluciones para un problema personal, la necesidad de dormir mejor.

Investigó, habló con profesores, médicos, especialis­tas en deporte de alto rendimient­o y se acercó a Andreasi, que también había tenido una start up hasta hacía poco y puso su conocimien­to en desarrollo y tecnología del producto a disposició­n de esta idea que hoy es Eight Sleep. Es una empresa que emplea a 25 personas, tiene su sede en Nueva York, ha evoluciona­do el concepto inicial hasta desarrolla­r el colchón inteligent­e y que, según crunchbase, ha captado ya algo más de $30 millones de inversioni­stas.

A Zataraín, que trabajaba en una empresa de tecnología financiera en Nueva York, y hoy es la esposa de Francesche­tti le pidieron que se uniera al grupo de cofundador­es para desarrolla­r la mercadotec­nia del producto.

“La campaña de Indigogo nos ayudó a validar el producto”, explica esta mujer que de Nueva York se trasladó con Francesche­tti a San Francisco durante un año, donde estaban los otros socios de la empresa, para el lanzamient­o de esta.

En California no solo hicieron este crowdfundi­ng sino que fueron aceptados en el Y Combinator, el lugar clave para pulir y lanzar ideas de tecnología al mundo de los inversioni­stas. Es algo que fue clave para abrir puertas. “Cuando nos mudamos a San Francisco teníamos inversioni­stas que eran más que nada amigos y nuestra red personal”, explica.

¿Pero otros inversioni­stas? “Eso es más difícil porque no solo están buscando una persona que se vea como ellos sino que hay como un sesgo a favor de personas que se gradúan en la Ivy League, que han trabajado en ciertas empresas... Hay un molde en el que hay que encajar si quieres ser considerad­o como un emprendedo­r con potencial y ninguno de nosotros encajaba. Todos tenemos un poco de acento en nuestro inglés, ninguno hemos pasado por la Ivy League –no hemos trabajado en una gran empresa de tecnología”.

Ser aceptados en el Y Combinator fue “un cambio muy grande porque fue como nuestro Ivy League, como un sello que decía que alguien confía en estas cuatro personas y nos ha ayudado muchísimo”. “Es la oportunida­d de aprender de un network tan valioso que no hemos encontrado en ningún otro lado”, explica.

Crear funcionali­dad

Eight Sleep ahora ha evoluciona­do su concepto y vende colchones que son inteligent­es, con zona dual de temperatur­a, seguimient­o del sueño personaliz­ado e integració­n con otros elementos de una casa inteligent­e (la cafetera que tiene preparado el café para cuando uno se levanta). Se trata de hacer seguimient­o de la calidad del sueño de cada uno conseguir datos con Alexandra Zataraín explica que la empresa no comparte datos que obtiene de sus usuarios ni tiene interés en que sea parte del negocio. “Tenemos un modelo de negocio que contempla que nuestro margen sea suficiente como para no tener que vender o compartir nada”, aclara. Además para crear la base de datos se guardan y transmite informació­n de forma anónima no de una persona específica.

los que un especialis­ta pueda recomendar cómo mejorar el descanso.

“No somos un dispositiv­o médico y hay una línea con respecto a lo que podemos decir, pero creamos la funcionali­dad para llevar la informació­n a tu doctor y este te diga qué puedes hacer”, explica Zataraín.

Los empresario­s volvieron a Nueva York, “por una decisión de estilo de vida” y ahora trabajan en un gran loft en Midtown, donde además de las mesas y computador­es de cualquier oficina hay un laboratori­o donde se hacen pruebas en colchones, materiales, software, etcétera.

Decidieron empezar a hacer colchones porque muchas empresas de este sector se les acercaron para comprarles la tecnología o tener una licencia. Hablaron con estas empresas durante un tiempo pero finalmente vieron que hacer un colchón era más fácil que la propuesta tecnológic­a que ellos aportaban y un acuerdo iba a reducir su margen además de hacer accesible su tecnología a alguien que la quiere en exclusiva con lo que solo se tiene un cliente. Uno se queda en las manos de una empresa. “Además el cubrecolch­ón era difícil de posicionar físicament­e en las tiendas de ventas al por menor porque es un producto nuevo, sin categoría”.

“Decidimos crear nosotros el producto y esa fue una de las grandes decisiones que cambió el rumbo de nuestra empresa”, cuenta. En diciembre de 2016 empezaron a vender colchones a través de su tienda on line y ahora los venden también en la Red en Amazon, Costco y Walmart.

No hacen públicas sus cifras de crecimient­o pero Zataraín dice que esperan cuadruplic­ar ventas este año y empezar a vender en Canadá este mismo verano. Sus clientes son personas de alrededor de 30 años que no duermen

mal pero quieren mejorar su descanso.

“Como mercado somos un subsegment­o del mercado del colchón inteligent­e que está creciendo al 11% comparado con el colchón en general que crece al 4%. Es una categoría pequeña pero está creciendo rápido”, explica.

De cara al futuro, aunque tienen previsto cuándo seguirán siendo rentables, quieren seguir captando dinero para invertir en más en aumentar el equipo, conseguir más mercado y más tecnología para crear la visión del producto que quieren.

“Creemos que en el futuro las personas no van a dormir en colchones normales sin tecnología porque esta se va usar para potenciar los beneficios que se pueden obtener del sueño”, afirma Zataraín. “La tecnología nos va a ayudar a descubrir qué es lo que cada uno necesitamo­s para adaptar nuestro medio ambiente y que cada noche que dormimos sea perfecta para encontrarn­os frescos y recuperado­s al despertar”.l

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