El Diario

La Albicelest­e muestra imprecisio­nes y sólo le alcanza para sumar un punto ante Islandia

- Redacción de El Diario MOSCÚ eldiariony.com

No influyó la escenograf­ía, ni el contexto que da la Copa del Mundo. Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y así se movió la selección argentina por el estadio del Spartak, en su estreno en el Mundial Rusia 2018: los problemas que se presagiaba­n en la antesala del debut apareciero­n en conjunto en el empate 1-1 ante Islandia.

Con un plus inesperado: Lionel Messi no logró encontrar un socio, falló un penal que podría haber cambiado la historia y se sumó a la imprecisió­n de sus compañeros en los minutos finales.

Con goles de Sergio Agüero y Alfred Finnbogaso­n, argentinos e islandeses firmaron tablas en el primer partido del Grupo D.

Un empate que llevará a los dirigidos por Jorge Sampaoli a hacer cuentas. Croacia, con su mediocampo de élite, y el poder físico de Nigeria aparecen en un camino en el que ya se perdieron dos puntos. Islandia hizo historia gracias a una Argentina que decepcionó.

Moscú esperaba el ené- simo show de Messi, pero el capitán siempre fue controlado por la defensa rival. Una línea que en algunos momentos fue de once. Todos atrás de la pelota, todos con la cabeza fría para romper cualquier circuito de juego argentino. Y la selección nunca logró salir de ese laberinto. Cayó sistemátic­amente en la telaraña.

Posesión contra concentrac­ión. El primer tiempo fue la confirmaci­ón de lo que suponía, aunque tuvo dos agravantes: los desacoples de la última línea argentina le dieron aire a Islandia y el toque para buscar espacios de los dirigidos por Sampaoli le otorgó previsibil­idad al ataque.

El gol de Agüero fue la excepción a la regla. A los 20 minutos, dio una clase de control y reacción tras un disparo desde afuera del área que cayó en sus pies y abrió el marcador con un fuerte disparo.

El tanto fue el primero del “Kun” en mundiales, tras tres ediciones. Un desahogo que tardó demasiado tiempo para un delantero de sus caracterís­ticas. Pero la alegría argentina duró poco: cuatro minutos más tarde, Islandia aprovechó el enésimo error de la defensa albicelest­e y Finnbogaso­n aprovechó un rebote para igualar el marcador.

Sin socios para Messi, y con Meza y Di María algo imprecisos, a la primera mitad sólo le quedó una polémica que podría haber cambiado las cosas. Una mano islandesa dentro del área a cuatro minutos del final que el polaco Szymon Marciniak no consideró penal.

Ya en la segunda parte, Sampaoli metió mano en el banco y trató de encontrarl­e la solución al problema que ofrecía el rival. Pero ni el ingreso de Banega (por Biglia) ni las tardías oportunida­des para Pavón e Higuaín (el partido pedía un lugar para el delantero de Boca) dieron respuesta para destrabar el cerrojo islandés.

La primera intervenci­ón del cordobés dio muestras de la demora en el cambio: le convirtier­on una falta que era penal para todos, menos para el árbitro polaco.

La selección vuelve a Bron-

nitsy con las valijas llenas de cuestionam­ientos.

De Moscú se lleva un empate que para Islandia fue un triunfo y que en el vestuario argentino tiene sabor a un golpe anímico y futbolísti­co.

El jueves, ante Croacia, será el momento de la reacción.

El Mundial espera por Messi. Y Messi necesita mostrar que no puede dejar pasar la oportunida­d.

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