Manicuristas y carwasheros claman por el fin del salario submínimo
Trabajadores inmigrantes dicen no querer depender de la generosidad de los clientes para tener estabilidad económica
“Confusión”, “incertidumbre económica””, “robo de salarios”, “dependientes de la generosidad no del trabajo”, “pobreza”, “vulnerable”, “inestabilidad”. Todas estas palabras aparecen en cualquier conversación de apenas minutos con una profesional de salones de uñas o un carwashero si se habla de su salario dependiente de las propinas de los clientes.
Y ayer muchos de ellos hablaron de su apretada situación laboral. Lo hicieron ante una de las audiencias que se están manteniendo por la Administración del Estado después de que el gobernador, Andrew Cuomo, llamara a estudiar y posiblemente cambiar una ley que dicta el mínimo que ha de abonarse a trabajadores que reciben propinas de los clientes en Nueva York. Este es varios dólares más bajo (dependiendo de la localidad y el número de empleados de la empresa) que el mínimo salarial en el resto de las industrias que empezará a ser de $15 a partir del año que viene en Nueva York para muchos mucho de los días y las estaciones, “en verano puedo ganar $50, en invierno a veces llego a $30”. “Con un salario mínimo tendría la confianza de que no tengo que contar con una propina que debería ser un extra, no salario”. Esta ecuatoriana que vive con familiares admite que no le queda más remedio de privarse de muchas cosas, entre otras de seguro médico. “Es muy frustrante vivir de la generosidad de los clientes”
La mexicana María Hernández está pensando en cambiar de rumbo laboral porque con 10 horas diarias de trabaja apenas gana $80 sin propina. Tiene dos hijos, un adolescente y otro de cinco años y dice que no les ve los fines de semana porque es cuando más se trabaja y son días que nadie se puede