Cientos de manifestantes marchan en la capital
Las políticas de separación de familias de inmigrantes del presidente, Donald Trump, han unido a las mujeres de la llamada “Resistencia”, de las que un millar marchó hoy por Washington para garantizar que harán todo lo posible para que no aplique su retórica antiinmigración.
Centenares de mujeres recorrieron las calles de la capital estadounidense para clamar contra el mandatario y frenar sus medidas en materia migratoria, en especial las que causaban la separación de las familias que llegan al país de forma irregular tras cruzar la frontera con México.
Mujeres era la única categoría que englobaba al diverso colectivo que avanzó hoy hacia el Capitolio estadounidense. Entre sus filas se encontraban árabes, latinas y blancas; inmigrantes, ciudadanas y asiladas; adolescentes, adultas y mayores.
Alternando melodías que bien podrían escucharse en una misa góspel, consignas contra al atípico presidente y silencios sepulcrales, alrededor de un millar de mujeres vestidas de blanco se congregaron convencidas de que “el pueblo unido jamás será vencido”, y de que “sí se puede”.
Aunque las separaciones en la frontera fueron revertidas por un decreto de Trump la semana pasada, el plural grupo de mujeres protestaba ayer contra la “falta de humanidad” del magnate y las consecuencias de su última orden ejecutiva, que acaba con la división de familias inmigrantes pero las mantiene detenidas.
Esas separaciones eran fruto de las llamadas políticas de “tolerancia cero”, que fueron implementadas en abril y que implican el procesamiento criminal de quienes cruzan la frontera irregularmente, lo que supone el alejamiento de niños.
Esas medidas siguen en vigor, pero no para los adultos que pasan a EEUU con menores.
Una de las participantes en la marcha de ayer era Caren Fiallos, hondureña, indocumentada y madre soltera. Desde 2010, vive con la incertidumbre de ser deportada del país al que llegó en 2000, a la espera de encontrar una solución que evite que sea expulsada de EEUU, donde es ciudadana su hija de 15 años.
Ella, esperanzada en un cambio que salga de las elecciones legislativas de noviembre, ve un futuro “incierto”, difuminado, a expensas de que la Administración no decida apartarla de su hija, quien “como ciudadana, quiere estudiar aquí, vivir, trabajar, comprar una casa”, comenta.
La solidaridad con las inmigrantes centroamericanas es el motivo que mueve a Cynthia Avalone, nicaragüense y ciudadana de EEUU que llegó al país en 1988 huyendo de la revolución sandinista, según narra a Efe mientras camina hacia el Departamento de Justicia.
“Es importante que nos unamos, es importante solidarizarnos por los niños. Soy madre y no puedo imaginar lo que ellas sufren estando separadas de sus hijos”, aseguró Avalone.l