El Diario

VIOLACIÓN AL PRINCIPIO DE ASILO

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La última cifra oficial dice que son menos de 3,000 los menores de edad separados al entrar a Estados Unidos. El número es mayor que lo que se dijo antes y quizás sea menor de lo que se diga en unos días. Quizás.

Es muy difícil saber a ciencia cierta qué es lo que está ocurriendo con el desastre humano de la política de “tolerancia cero” en inmigració­n.

La confusión y el caos causado por el gobierno en una cuestión tan delicada y básica como la familia es una afrenta a los derechos humanos. En esta nación hay archivos para todo, pero para reunir una madre con hijo se tiene que hacer una prueba de DNA porque no se sabe quién es quién para las autoridade­s.

Es inaudito el desprecio demostrado. “Estos no son nuestros niños. Hay que mostrarles compasión, pero no es que él (Trump) le está haciendo esto los de Idaho o Texas”, dijo Brian Kilmeade, conductor del programa favorito del Presidente Fox & Friends.

Así se actuó.

Así son los problemas para cumplir con la orden del juez Dana Sabraw. El magistrado dio hasta el 26 de julio para reunir a todos los padres con sus hijos y hasta el próximo martes a la noche para que se entreguen a sus padres a cerca de 100 niños menores de 5 años de edad.

Sabraw también ordenó que los padres no pueden ser detenidos o deportados sin sus hijos a menos que se demuestre que no pueden cuidarlos o presentan un peligro para ellos.

No obstante, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) informa que las autoridade­s migratoria­s presentaro­n a varios detenidos la opción de salir del país con sus hijos o sin sus hijos. Esto es una violación flagrante a los principios de asilo.

Al mismo tiempo, se reportó que el precio para obtener la libertad condiciona­l se elevó para dificultar que los detenidos puedan salir a buscar a sus hijos.

Si todo esto es confuso, aún más es el mensaje que surge de la Casa Blanca. Donald Trump desde su tuiter despotrica incoherent­emente.

Compara a los inmigrante­s con la gente que hay que sacar cuando pisan su césped. Protesta contra la contrataci­ón de miles de jueces de inmigració­n cuando él mismo inventó esa cifra absurdamen­te exagerada. Exige al Congreso que haga algo para solucionar las leyes de inmigració­n, cuando hace unas semanas le dijo al Legislativ­o que no valía la pena hacer nada.

De todo esto queda claro que la política cruel de dividir familias debe acabar por orden del juez. Que las autoridade­s federales hoy no tienen mucho más idea que antes de lo que están haciendo. Que el sufrimient­o de adultos y menores separados es desconsola­dor. Y que el autor de toda este caos grita sin ton ni son.

Se necesita una política de “tolerancia cero” para la incompeten­cia.•

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