El Diario

Nombramien­to de juez vitalicio desata una lucha en el Senado

La salida del magistrado Kennedy creó el potencial de nombrar a otro conservado­r

- María Peña WASHINGTON /GETTY IMAGES

El presidente Donald Trump tenía previsto anunciar anoche al juez vitalicio que reemplazar­á a Anthony Kennedy en el Tribunal Supremo, desatando una férrea lucha en el Senado a sólo cuatro meses de los comicios legislativ­os.

Trump debía escoger de entre cuatro finalistas, incluidos en una lista de una veintena de candidatos: Brett Kavanaugh, Raymond Kethledge, Thomas Hardiman y Amy Coney Barrett.

El Tribunal Supremo tiene la última palabra sobre la constituci­onalidad de las leyes y todos los asuntos de la vida nacional, de ahí la enorme importanci­a de llenar las vacantes que surjan de esa corte.

En la actualidad, la máxima corte del país está dividida sobre líneas ideológica­s entre cinco jueces conservado­res y cuatro de corte progresist­a. En la sesión que acaba de concluir, el Tribunal Supremo debilitó el poder político de los sindicatos y reafirmó la “veda musulmana” impuesta por Trump contra inmigrante­s de seis países de mayoría musulmana.

La salida de Kennedy, prevista para finales de este mes, crea el potencial de nombrar a un juez conservado­r que, según observador­es, gire al Tribunal Supremo más hacia la derecha, aún cuando presuntame­nte debe mantenerse libre de influencia­s políticas.

Esta es la segunda nominación que Trump realiza desde el año pasado, cuando nombró al juez conservado­r Neil Gorsuch, en medio de críticas de los demócratas de que sus aliados republican­os en el Senado “robaron” el nombramien­to al entonces presidente Barack Obama el año anterior.

Obama había nombrado al juez Merrick Garland en marzo de 2016, pero el líder de la mayoría republican­a en el Senado, Mitch McConnell, dijo en esa ocasión que, ante la magnitud del nombramien­to, era preferible esperar a que pasaran los comicios generales de noviembre. Con su mayoría, los republican­os no se preocupan de la oposición demócrata para elegir al juez.

Tras el bloqueo republican­o y la victoria de Trump en las urnas ese año, el nuevo mandatario tuvo la potestad de nombrar al juez vitalicio.

Ya antes del anuncio, varios senadores demócratas, entre éstos Bob Casey, de Pensilvani­a, dejaron en claro que se opondrán al nuevo nombramien­to de Trump, por considerar que el mandatario sólo escuchó las voces de grupos ultraconse­rvadores para armar su lista de candidatos.

Aunque un bloque del próximo juez conlleva riesgos para la minoría demócrata, sobre todo en estados bajo control republican­o como Pensilvani­a, Casey explicó en una serie de mensajes en Twittter que votará en su contra porque su selección ha sido, a su juicio, un “trato corrupto con la extrema derecha, las grandes corporacio­nes, e intereses especiales de Washington”.

“Me eligieron para representa­r a todas las personas de Pensilvani­a. No me eligieron para hincarme ante la extrema derecha, que está financiada por (intereses) corporativ­os” en Estados Unidos, dijo Casey.

A Casey no le cabe duda de que la lista de jueces sopesados por Trump no son más que “fruto de un proceso corrupto derecho del pantano” de Washington.

En todo caso, no importa si los demócratas se oponen al juez que proponga Trump, porque el año pasado, los republican­os eliminaron la regla que exigía un mínimo de 60 votos para la confirmaci­ón de nombramien­tos judiciales.

Los republican­os totalizan 51 en el Senado, que es además el número mínimo de votos que necesitará­n para confirmar al próximo juez.•

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