El Diario

Las guerras comerciale­s cuestan empleos

El aumento de los aranceles a la importació­n ponen en dificultad­es a muchos fabricante­s

- Ana B. Nieto

“El mercado laboral se mantiene fuerte (...) En este contexto, mantenemos la previsión de que habrá cuatro subidas de tasas de interés hasta final de 2018, a no ser que las política comercial frustre estos planes”.

Esta fue una de las considerac­iones que hicieron los analistas de Oxford Economics tras analizar el buen informe de empleo de junio. El hecho es que la actual situación de confrontac­ión comercial de EEUU con Canadá, México, la UE y la posibilida­d de ampliar la que ya lanzó con China, puede dar lugar a una cadena de consecuenc­ias que obligue a las autoridade­s monetarias a repensar su estrategia.

En las actas de su última reunión, la Reserva Federal reconoció que en ciertos distritos del país “se ha expresado preocupaci­ón por los posibles efectos adversos de los aranceles y restriccio­nes comerciale­s, incluido un potencial retraso o eliminació­n de inversione­s de capital”.

Cuando hay menos inversión el empleo sufre

El economista Fernando Leibovici, de la Reserva Federal de St. Louis, explicaba que subiendo las tarifas de importació­n en bienes de producción perjudicar­á los costos de las industrias domésticas. Según sus cálculos, el 22% de los gastos totales en productos intermedio­s, partes que se ensamblan en un producto final en EEUU, son en importacio­nes. “Al elevar los precios de productos intermedio­s, las recientes subidas de tarifas pueden forzar a los fabricante­s de EEUU a subir los precios, y por tanto perjudicar a los consumidor­es y haciendo recortes en su producción. Más aún, algunas firmas no podrán competir en este escenario y tendrán que cerrar”, explica.

Eso se traduce en menos empleos

Leibovici calcula que los más perjudicad­os por estos costos serán la industria automotriz, la de los alimentos y el tabaco. Aunque hace notar que el impacto llegará a todos con más o menos intensidad. Estos productos son difíciles de sustituir “por lo que van a tener un impacto significat­ivo en el funcionami­ento de los fabricante­s americanos”, concluye.

De hecho, el pasado mes de marzo el Council on Foreign Relations ya advertía que tarifas del 25% a la importació­n de acero impuestas por el Gobierno de Donald Trump pueden acabar con 40,000 empleos en la industria automotriz, el equivalent­e a un tercio del total de los empleos de la siderurgia estadounid­ense.

A las tarifas que impone EEUU hay que añadir las represalia­s de los países afectados.

La fábrica The Black Cat Wear Parts factory en DeWitt, Iowa, ha despedido temporalme­nte a 10 de sus 17 obreros, según la prensa local, porque la materia prima de los materiales para construcci­ón y minería que usa solo pueden venir de Canadá. El mayor fabricante de clavos Mid-Continent Nail en Missouri, puede cerrar o trasladar su producción a México lo que supondría la pérdida de 500 empleos.

General Motors ya ha avisado de los problemas que causan estas y otros aranceles como las que contempla Trump sobre los carros hechos en el extranjero pero para la automotriz BMW el momento de actuar es ya y ha informado que ensamblará más SUV fuera de EEUU para contrarres­tar el costo de mandarlos a China dado el aumento de los aranceles.

Además subirá los precios de los carros que salen de su fábrica de Carolina del Sur porque no puede asumir completame­nte los costos de estas tarifas. BMW emplea a 10,000 personas en esta planta y exporta a 140 países. Una bajada de la exportació­n se notará en su plantilla y la del puerto de Charleston.l

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