El Diario

LA REUNIFICAC­IÓN FAMILIAR DEBE SER UN HECHO

- Directora de Amber Charter School

La semana pasada el mundo presenció el rescate heroico de los muchachos del equipo de fútbol de las profundida­des de una cueva en Tailandia. Fue un momento feliz. Todo el mundo celebró el hecho de que estos niños habían sobrevivid­o, se reunirán pronto con sus familias y tendrán la esperanza de vivir una vida larga y fructífera.

Este rescate fue exitoso porque Tailandia utilizó sus mejores recursos, aceptó la ayuda y la experienci­a de otros países, y puso como prioridad la seguridad y bienestar de los niños. No había duda que la vida de esos niños era de suma importanci­a. Saludo a Tailandia por un trabajo bien hecho.

Agradezco a Tailandia por devolverme la esperanza de que el mundo aún cree que los niños son dignos de atención, preocupaci­ón e importanci­a. Porque mientras veía a mi país arrancar los niños de los brazos de sus padres, envíarlos lejos a otros estados con ninguna preocupa- ción en cuanto a su bienestar o incluso cómo rastrear la posibilida­d de una reunión, perdí toda esperanza.

Cuando leí que no podríamos reunir algunos de los niños con sus padres porque sus padres habían sido deportados, me sentí desconcert­ada. Cuando me enteré que fueron destruidos los registros que podrían ayudar a reunir a los niños con sus padres, me sentí horrorizad­a. Cuando me enteré de que no se cumpliría el plazo para que los más pequeños de estos niños de tierna edad pudiera reunirse con sus padres, me enfurecí.

Un país que envía astronauta­s al espacio en un horario regular; un país que inventó el internet; un país que presume ser uno de los más ricos del mundo y pretende dar cátedra al mundo para que se respeten los derechos humanos, ¿no puede reunir niños con sus padres? No. No. No.

Pueden hacerlo si lo quieren hacer. Al igual que Tailandia tenía la voluntad de rescatar a esos muchachos. La cuestión es que a nuestro país hoy no le importa, no tiene la voluntad para corregir este terrible error. NO debemos permitirlo. Debemos gritar, gritar y gritar, hasta que nuestras voces sean escuchadas. Los niños necesitan ser reunidos con sus padres y nuestro país necesita mover cielo y tierra para asegurar que esto suceda.l

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EFE El rescate de los menores tailandese­s muestra que ese país cree que los niños son dignos de atención.
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