El Diario

Profanan iglesia

- Beatriz Pascual Macías/EFE WASHINGTON

La comunidad internacio­nal ha intentado esta semana contener la sangría en Nicaragua con condenas a la violencia y peticiones para un adelanto electoral, pero le ha faltado contundenc­ia con una respuesta tardía que rebosa contenido simbólico pero carece “de dientes”.

Según expertos, la brutal toma de ciudades controlada­s por la oposición, como Masaya, o los ataques a la Universida­d Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) han provocado la condena conjunta de 13 naciones de Latinoamér­ica y de organismos internacio­nales, como la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA).

“No pasará de la noche a la mañana, pero la presión internacio­nal y las condenas impactarán en el Gobierno. Si las manifestac­iones y la presión interna continúan a niveles altos y la oposición internacio­nal crece, entonces el Ejecutivo se verá forzado a entablar negociacio­nes serias”, dijo el experto Geoff Thale.

Este analista de la organizaci­ón Oficina de Washington para Latinoamér­ica (WOLA) consideró que la ONU y la Unión Europea (UE) habían jugado un papel menos relevante que la OEA, pero esta semana asumieron su responsabi­lidad.

El 17 de julio, mientras policías y paramilita­res tomaban Masaya, la alta representa­nte de la UE para la Política Exterior, Federica Mogherini, llamó al Gobierno nicaragüen­se a poner “fin inmediato a la violencia”, que en tres meses ha dejado 277 muertos y más de 2,000 heridos, según la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos.

Los ministros de Exteriores de los 28 países de la UE y los 33 de la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac) celebraron esta semana en Bruselas una reunión, que acabó con una declaració­n en la que se pedían “elecciones libres y justas”, sin mencionar a Nicaragua ni a Venezuela.

Falta de consenso

Ante la falta de consenso sobre Nicaragua, 13 miembros de la Celac (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay) solicitaro­n en un comunicado al Gobierno del presidente nicaragüen­se, Daniel Ortega, que participe “constructi­vamente en negociacio­nes pacíficas”.

Para el director del centro de análisis Diálogo Interameri­cano, Michael Shifter, uno de los “avances más importante­s” ha venido de la OEA, que ha aprobado una resolución para exigir a Ortega un adelanto de las elecciones fijadas para 2021, pero que carece de “dientes” porque no responsabi­liza al Ejecutivo de la violencia.

No obstante, en opinión de Jennifer McCoy, experta en Latinoamér­ica de la Universida­d estatal de Georgia, “la respuesta internacio­nal a la erosión gradual de la democracia en Nicaragua durante la última década ha sido esporádica y mínima”.

El malestar en Nicaragua se ha ido gestando durante años con denuncias de fraude de la oposición durante los comicios municipale­s de 2008 y los dos últimos presidenci­ales, en 2011 y 2016, en los que Ortega se presentó a la reelección, pese a que en un principio lo impedía la Constituci­ón.

McCoy recuerda que después de las elecciones de 2008 EEUU y la UE redujeron la ayuda a Nicaragua, pero tras la reelección de Ortega en 2011 y su acercamien­to al sector privado, la comunidad internacio­nal “miró hacia otro lado” y dejó que el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) respaldara al Ejecutivo. La iglesia Católica denunció ayer un nuevo acto de profanació­n a uno de sus templos en Nicaragua, dos días después de que el presidente Daniel Ortega acusó a los obispos de alentar “sectas satánicas”, en medio de una crisis que ha dejado entre 277 y 351 muertes en protestas contra el Gobierno.

“La noche del viernes 20 de julio sujetos desconocid­os profanaron la capilla de Nuestra Señora del Carmen, pertenecie­nte a la parroquia Sangre de Cristo”, informó en un comunicado la Diócesis de Jinotega, al norte de Nicaragua.

Los desconocid­os ingresaron al templo y “profanaron el Santísimo Sacramento del Altar que estaba resguardad­o en la capilla”, refirió la Diócesis jinotegana, que además divulgó fotografía­s en las que se observa una ventana forzada y objetos sagrados tirados en el suelo.

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