El Diario

Futuro incierto

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Vestido con una camiseta azul decorada con los Monster Trucks, sus ojos café redondos y confiados, William, de 4 años, le da a su padre el sándwich de queso que se está comiendo en un comedor de la agencia Caridades Católicas del Bronx para que le quite los bordes del pan tal como a él le gusta. Al rato, cuando el sándwich ya va por la mitad, William le da a su padre un vaso de agua de plástico, quien sin pensarlo, lo sostiene en la boca del pequeño.

Javier Enrique Garrido Martínez, de 30 años, y su hijo, William, están entre las primeras familias inmigrante­s reunificad­as según el plazo del 11 de julio de 2018 impuesto por la corte.

“¿Cómo pudo William cuidarse a sí mismo?”, pregunta el señor Garrido, su delgada figura revelando las 15 libras que perdió durante su separación forzada. “Yo fui siempre quien lo alimentó. Yo fui quien lo bañó. Yo era el que hacia todo. ¿Cómo podían estar personas extrañas cuidándolo?

Caridades Católicas proporcion­ó apoyo legal a todos los niños inmigrante­s separados enviados a Nueva York. Ahora, cuando comienzan las reunificac­iones, Caridades Católicas continúa ayudando, trabajando con la agencia Servicios Sociales Luteranos para organizar la primera noche que este padre y su hijo van a pasar en una residencia de Caridades Católicas. Salimos a las carreras a comprar sábanas, cobijas, juguetes y demás”, dijo el director del programa. “Pero lo que William parecía disfrutar más era el poder abrazar a su padre”.

El director ejecutivo de Caridades El señor Garrido dice que planea vivir con William en la casa de un tío y una tía mientras esperan una decisión acerca de su caso de asilo. Católicas, monseñor Kevin Sullivan y el personal se unieron para su primera cena compartida de padre e hijo desde su separación. Todo esto mientras comían pollo, mangos y otros alimentos, tal vez por primera vez en mucho tiempo. l señor Garrido dijo que tenía metas muy simples, solo familia y seguridad, y que durante gran parte de su vida él las había logrado.

Tomando a William de la mano, padre e hijo cruzaron el Puente Internacio­nal de Laredo que conecta a México con los Estados Unidos y entraron en Laredo, Texas.

“Me presenté a las autoridade­s de inmigració­n y pedí asilo”, dijo Garrido. Sin embargo, los funcionari­os le dijeron que la ley había cambiado. Encarcelar­on al señor Garrido y enviaron a William en avión a una agencia de niños en Westcheste­r, Nueva York.

Su futuro sin embargo sigue siendo incierto. El señor Garrido dice que planea vivir con William en la casa de un tío y una tía mientras esperan una decisión acerca de su caso de asilo.

“Yo estaba asustado de que no le volvería a ver”, dijo el señor Garrido mientras besaba gentilment­e la cabeza de William. “Los minutos se convirtier­on en días, días en noches: 55 días sin verle. Pero gracias a Dios por dejarme estar nuevamente con mi bebé”.l

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