El Diario

“Me devolviero­n la vida después de vivir semejante infierno”

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“Salí de una de la ducha y al rato llegó un sargento y me dijo que me iba a mi casa… como a las 10 salí y afuera estaban mis hijas, mi esposa, mi suegra y muchos amigos que se unieron en esta causa. Mi hija Juliana se me abalanzó y me dijo que me amaba mucho y luego nos fuimos a la casa en un carro… es una emoción muy grande”, agregó el repartidor de pizza, quien casi no pudo dormir durante toda la noche.

“Lo primero que hice fue tirarme a la alfombra de mi casa y vi a mi chiquita de rodillas diciendo ‘gracias Diosito’. Eso me hizo llorar”, afirmó el ecuatorian­o, a quien en su primer día en casa lo levantaron con un desayuno colombiano con café, arepa, huevos perico y queso.

Y aunque Villavicen­cio confiesa que todavía está abrumado por todo lo que vivió en el encierro y la angustia de estar separado de su familia, manifiesta que pese al clima anti-inmigrante que ha sembrado el gobierno Trump, su libertad es una prueba de que la justicia está por encima de un Gobierno.

“Esta fue una acción con justicia en la que el país que amo deja ver que defiende a la gente inocente y me dio el crédito por ser un ciudadano ejemplar que tiene un récord limpio”, dijo el esposo de la colombiana Sandra Chica, quien en la tarde se escapó con sus hijas a una piscina para cumplirle el deseo que su hija mayor tenía de nadar junto a papi.

La cita con USCIS

“Ahora lo que sigue para mí es seguir luchando con ganas para que mi caso de residencia se dé positivame­nte”, concluyó el ecuatorian­o, quien tiene una cita en USCIS el próximo 21 de agosto junto a su esposa, donde revisarán su solicitud de ajuste de estatus que habían presentado hace varios meses ya. “Por cosas de Dios esa carta la recibimos justo ayer”, agregó Pablo.

La esposa del repartidor de comida aseguró también que la liberación de su esposo les da un respiro en medio del largo caso que les espera, pues ahora Pablo tendrá que superar varias etapas para salir de las sombras.

“Sé que es duro, pero creo que lo más duro ya pasó y espero que finalmente esta pesadilla haya terminado”, comenta Sandra, quien agrega que cuando su esposo reciba sus papeles viajarán a Disney, en Florida para que sus “princesas” conozcan ese mundo de princesas que hay allí. “Además queremos irnos a Ecuador a que él visite a su mamá”.

Jennifer Williams, abogada de Legal Aid Society, quien lleva el caso de Villavicen­cio, aseguró que ahora la meta es lograr que las autoridade­s de Inmigració­n reviertan la orden de deportació­n pendiente que pesa sobre Pablo después de que en 2010 firmara una salida voluntaria que no cumplió, tras una negativa recibida en medio de una solicitud de asilo que quiso tramitar.

Asimismo, después de su cita con Inmigració­n el 21 de agosto próximo, Villavicen­cio deberá solicitar un perdón por haber violado la orden de salida del país, una figura muy común que se concede sin mucho problema en casos de inmigrante­s que regulariza­n su estatus.

“Confío en Dios y en que las leyes de este país están por encima de todo y espero pronto poder tener mi residencia”, comentó el inmigrante, quien le pidió al presidente Donald Trump que cese “su intoleranc­ia y entienda que hay familias que sufren mucho por sus decisiones”.l

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en casa junto a su esposa Sandra Chica y sus hijas Luciana y Antonia.
SUMINISTRA­DA Pablo Villavicen­cio en casa junto a su esposa Sandra Chica y sus hijas Luciana y Antonia.

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