El colchón
como para agregar una variable nueva de posible dolor.
De acuerdo con la masoterapeuta Marisa Pejla, que coincide con que la mejor postura es boca arriba aunque luego estimule los ronquidos, lo más importante es estar relajados, no importa en qué posición: “hay que irse a dormir con buenos pensamientos. Lo contrario nos predispone a una alerta y a un estrés”. Para lograr una buena relajación, Pejla sugiere hacer tres inspiraciones profundas primero y después ir recorriendo todo el cuerpo con la mente de manera consciente desde los dedos de los pies hasta la cabeza. “La idea es sentir los músculos e ir soltándolos para que el cuerpo se hunda como si estuviera sobre la arena”, agrega.
Los de la banda del costado pertenecen al grupo de la segunda mejor postura para dormir.Sin embargo, esta posición requiere de ciertos cuidados: “tipo posición fetal, decúbito lateral, pero siempre sobre el lado izquierdo para que el estómago quede apoyado en la cama junto con una almohada que permita mantener la alineación natural entre la columna cervical y el resto”, asegura Parabué.
Dormir boca arriba y relajados parecería ser el combo ideal.
No queremos que nos pase lo mismo que al pobre futbolista Marcelo. Si bien nosotros no somos deportistas de alto rendimiento, también necesitamos de un buen colchón que cuide de nuestros sueños y nos ofrezca un buen despertar.
“El colchón es uno de los factores físicos concretos para dormir bien o mal. Se recomienda que sea semi rígido o rígido y de alta densidad que, además, son los que más duran. Cada ocho años aproximadamente habría que cambiarlo y siempre haber hecho las rotaciones para que se ablande de manera uniforme”, apunta el osteópata.
Para los fans de dormir con 500 almohadas, lamentamos informarles que, aunque no se trate de una ley vinculante, la postura más amable para descansar es sin almohada o con una muy baja de manera que la cabeza siempre esté alineada con el cuello y la espalda.
“Una almohada alta produce una rectificación y un dolor cervical seguro”, explica Pejla. Parabué recomienda las almohadas de pluma que se hunden hasta el fondo cuando apoyamos la cabeza o, en todo caso, cualquiera de las que se pueden comprar hasta en un supermercado.