Frank González
En febrero pasado y en medio del intenso frío que azotaba a Nueva York por esos días, miembros del grupo Crown Heights Tenant Union se dieron a la tarea de golpear en las 856 puertas de los inquilinos que viven en los 21 apartamentos que la compañía inmobiliaria Pinnacle Group tiene en Crown Heights, Brooklyn. La intención era ayudar a los arrendatarios a organizarse en asociaciones de inquilinos para pelear juntos por sus derechos contra el gigante de bienes raíces, que posee unos 15,000 apartamentos en la Gran Manzana, y que es señalado por muchos arrendatarios de no cumplir con reparaciones básicas y querer sacar de sus viviendas a quienes llevan muchos años con rentas bajas, comparadas con los precios actuales del mercado.
Frank González, un antiguo taxista y empleado de una ferretería, de 64 años, quien está discapacitado tras serios problemas en su columna vertebral, recuerda que al oír el timbre de su edificio, localizado en Bedford Avenue, abrió la puerta y tras conversar con un organizador de inquilinos, le sonó la idea de crear un grupo de lucha entre los arrendatarios.
En menos de tres meses asegura que ya ha visto resultados, aunque agrega que todavía falta meter en cintura a su casero para que cumpla con todas las obligaciones y reparaciones que necesitan las unidades de vivienda.
“La verdad es que si uno está solo, ellos se aprovechan y se hacen que no escuchan, pero desde que nos organizamos para exigir juntos, ya el landlord se han movido con los arreglos”, comenta el puertorriqueño, quien fue uno de los 75 inquilinos que se reunió con un representante de la compañía inmobiliaria hace tres semanas en una junta comunitaria en Brooklyn, donde afirmaron que ya no van a aguantar “más abusos”. Según el boricua, es evidente que ya los empiezan a tomar con más respeto y seriedad.
“La semana pasada, y tras meses de quejas, finalmente arreglaron los escalones de atrás, donde uno saca la basura, que estaban cayéndose, también ahora están poniendo cables y cámaras nuevas adentro y afuera del edificio, están pintando el techo y arreglaron rápido un liqueo que hubo”, dice el inquilino, quien vive allí hace 8 años. “Ellos están actuando ahora más rápido, pero si no nos hubiéramos unido y quejado juntos, eso tal vez se habría quedado así”.
El hispano, quien se reúne cada mes con sus compañeros de edificio en el pasillo para hablar de sus necesidades, agrega que ya tienen claras las próximas exigencias y reclamos.
“Tienen que cambiar los tubos, porque el agua sale sucia… estos edificios tienen más de 100 años, tienen que arreglarnos los problemas de calefacción ahora que llegue el invierno. Los pisos de muchos apartamentos están desnivelados”, se queja el ahora miembro de la unión de inquilinos de su inmueble, denunciando que en algunos casos hay negligencia que parecen tener otros fines. “Hay varios inquilinos a los que han tratado de sacar, porque como aquí la mayoría somos ancianos, ellos quieren sacar a quienes pagan menos para rentar más caro. Ellos saben que a los jóvenes les pueden cobrar más”.
Mike Hollingsworth, de “Tras meses de quejas, finalmente arreglaron los escalones de atrás, donde uno saca la basura, que estaban cayéndose, también ahora están poniendo cables y cámaras nuevas adentro y afuera del edificio”. familia originaria de Guayana, quien vive hace 30 años en otro edificio propiedad de Pinnacle Group, cerca del de González, denunció también otro problema con el que las asociaciones de inquilinos están dando la pelea.
“Vemos que en toda la ciudad hay mucho desplazamiento de inquilinos y en mi edificio, antes del 2016 los dueños comenzaron el proceso de convertirlo en condominios, poniendo en riesgo las rentas estabilizadas; obviamente no soy fan de eso”, comentó el inquilino, destacando la importancia de que otros arrendatarios de la ciudad sigan su ejemplo de asociarse.
“Esto es un asunto que va más allá de Pinnacle Group, es un problema que está por todas partes y que pone en riesgo los derechos de inquilinos que están siendo forzados a salir de sus unidades de renta asequible”, dijo Hollingsworth. “Mi edificio es un ejemplo perfecto, pues están volviendo apartamentos vacíos en unidades de más de $1 millón de dólares que dejan de ser asequibles y usan las construcciones el ruido y el polvo como estrategia de acoso”.
El residente de Pinnacle Group, compañía que ha sido demandada en el pasado por actos de acoso a inquilinos con millonarios acuerdos