Un verano, oportunidad para jóvenes que lo tienen difícil
Techie Youth prepara tecnológicamente a los adolescentes en situaciones complicadas durante un programa de trabajo
“A mi nunca me habían pagado por aprender algo”. Moviendo la cabeza como si aún no lo creyera, así resume su experiencia Isamar Vázquez.
Esta extravertida joven de raíces puertorriqueñas y dominicanas de 24 años ha sido una de las sesenta alumnas de la primer turno de clases de Techie Youth, un curso de tecnología diario que desde julio y hasta agosto que forma parte del programa juvenil de empleo de verano. Cuando Vázquez se incribió en Internet en el programa de trabajo de verano de la ciudad de Nueva York pensó que cuidaría niños para ganar $13 la hora. Pero no. Los ha cobrado por acudir a clases y aprender a montar y desmontar un computador y a hacer páginas web, entre otras cosas.
A esta madre de un niño de tres años y residente en un refugio (shelter), esta preparación de más de cinco horas diarias en Long Island City le ha supuesto más que un trabajo de verano. Es la llave que confía que le ayude a encontrar un empleo que le de la estabilidad económica que necesita.
No es la única que llega a clase desde el refugio porque como explica el fundador de Techie Youth, Eric David Benari, todos los alumnos de este programa son jóvenes con vidas muy difíciles. Algunos están en familias de acogida (foster care). Algunos han pasado por la cárcel.
“Ninguno de ellos tiene una historia agradable que contar y este es uno de los requisitos del programa, trabajamos con jóvenes que enfrentan grandes retos. Queremos que quienes participen en este programa sean estudiantes que estadísticamente sea improbable que tengan éxito sin nosotros. Queremos estudiantes que si no tienen nuestra ayuda o la de alguien similar podrían estar en la cárcel o sin techo”, explica Benari. La misión es tender una mano a quien normalmente tienen dificultades y les es difícil encontrar la salida
Se amplía el programa
De hecho, el programa, cuando empezó en 2015 con clases los fines de semana estaba pensado para jóvenes que estuvieran en acogida pero en las últimas ediciones se ha ampliado a los que están en refugios o chicos con problemas con la justicia, que han sido juzgados como adultos siendo menores y están en libertad condicional. “No estamos hablando de cosas simples, aquí vienen agentes que hacen seguimiento de quienes están bajo vigilancia y alguno ha violado en algún momento su condicionalidad, no aquí, y ha tenido que volver a prisión”, explica Benari.
Vázquez comparte currículo con otros jóvenes como los hermanos Kryss y Yasmin Morales Cruz, que fueron desplazados de Puerto Rico tras el huracán Maria y ahora viven en un refugio en Manhattan, y el dominicano Christopher Frías, que vive con su tía después de denunciar malos tratos continuados por parte de su padre. Todos ellos llevan cicatrices y durante la conversación con El Diario sobre lo que esperan de este verano asoman de una forma más o menos evidente.
Los hermanos Morales están empezando de cero después de perder su casa y vivir en un lugar en el que no