El Diario

Opción de cooperar

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Un mal día para Donald Trump es un buen día para Estados Unidos. El día martes, en dos cortes diferentes del país, dos personas muy cercanas a Trump fueron declaradas culpables. Uno reconoció sus propias violacione­s a la ley, mientras que el otro fue hallado culpable por un jurado nacional.

Michael Cohen, el exabogado privado de Trump, admitió bajo juramento que estaba siguiendo las órdenes del “candidato a la presidenci­a”, como dice el documento, por el Partido Republican­o cuando pagó a dos mujeres para que se quedaran “mudas” por la relación sexual que tuvieron con su jefe.

El hecho de que Trump haya compartido el lecho con una prostituta es un problema de ética que no necesariam­ente conlleva a purgar en la cárcel. Sin embargo, infringir las leyes electorale­s de la nación es un delito federal con terribles consecuenc­ias para quien las viole.

Cohen trabajó para Trump como su abogado personal por más 10 años y es conocido por sostener que se “daría un tiro” para defender la causa de su ex jefe.

Las evidencias del fiscal especial Robert Mueller son tan fuertes que Cohen no tuvo otra alternativ­a que aceptar su participac­ión en la violación de las leyes. Es muy probable que Mueller encontró pruebas concretas cuando allanó la propiedad Cohen unos meses atrás. Todo eso le sirvió para “doblarle el brazo en la espalda”.

Asimismo, Cohen se declaró culpable e imputó a Trump Manafort le debe decir ‘Sí’ a Mueller y “No” a la corrupción de Donald Trump. porque tiene pruebas irrefutabl­es en sus manos. De lo contrario no estaría haciendo ese tipo de aseveracio­nes.

Por otra parte, Paul Manafort, exdirector de la campaña política de Trump, fue encontrado culpable de evasión de impuestos, fraude al sistema financiero, entre otros cargos federales. l futuro de Manafort no termina con esta sentencia. En unos meses, nuevamente estará enfrentado al equipo de la fiscalía por cargos de lavado de dinero.

Paradójica­mente, Manafort tiene una oportunida­d para tratar de reducir los cargos que se le imputarán en la próxima cita con la justicia. En el proceso que terminó el pasado martes, Manafort no se prestó al arbitraje jurídico y se limitó a defenderse. No quiso abandonar a Trump.

Sin embargo, ahora la situación es diferente. El fiscal especial Robert Mueller tiene todas las cartas de ganar en el próximo proceso jurídico. Manafort no tiene más que someterse a la cooperació­n con el fiscal. Si no, tendrá que pasar el resto de su vida en una cárcel federal.

Así, el exdirector de la campaña electoral de Trump tiene, más que nunca, la opción de cooperar con la justicia. Le debe decir Si a Mueller y No a la corrupción de Trump.

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