El Diario

Indocument­ados deben denunciar a patronos por intimidarl­os con estatus

Departamen­to del Trabajo considera que durante el gobierno de Trump han aumentado los casos de acoso

- Edwin Martínez

Desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca, las amenazas de patronos contra empleados indocument­ados relacionad­as con Inmigració­n, han aumentado en Nueva York. Y al mismo tiempo ha aumentado el miedo de denunciar, por lo que autoridade­s estatales tienen como prioridad que las víctimas de actos de retaliació­n, discrimina­ción y amenazas, reporten los abusos.

Así lo asegura James Rogers, vicecomisi­onado de Protección Laboral del Departamen­to de Trabajo del Estado de Nueva York, quien advirtió que aunque en los últimos tres años ha habido unas 30 denuncias por estatus migratorio, la cifra está lejos de reflejar lo que a diario viven muchos empleados en sus sitios de trabajo.

“Es rampante y ahora mismo muchos trabajador­es están recibiendo amenazas de sus patronos relacionad­as con Inmigració­n y tenemos solo unas pocas denuncias, cuando comparamos las cifras con el problema real, y la razón es porque la gente sin papeles está aterroriza­da de denunciar, especialme­nte después de las últimas elecciones presidenci­ales”, afirmó el funcionari­o, quien advirtió que el Estado de Nueva York le ha declarado una guerra sin cuartel a comportami­entos ilegales de los empleadore­s.

Los patronos que intimiden por estatus migratorio­s se exponen a pagar hasta $10,000 en multas por la primera ofensa, dinero que va al Departamen­to de Trabajo, y hasta $20,000 en daños liquidados, que son entregados directamen­te al empleado.

“En el estado de Nueva York se protege a todos por igual. No preguntamo­s estatus y peleamos por los trabajador­es, sin importar su documentac­ión”, dijo Rogers. “Entendemos que la gente tenga miedo, pero queremos que denuncien las amenazas, porque eso es retaliació­n y queremos que lo hagan para poder ayudarlos y que sepan que están en un lugar seguro y vamos a pelear mucho para que tengan justicia”.

El inmigrante Manuel A es uno de esos empleados que asegura haber vivido en carne propia amenazas y actos de retaliació­n por haber reclamado sus derechos en el restaurant­e italiano de la Segunda avenida con calle 26, donde trabaja como cocinero. Allí, durante tres años, sus patronos le pagaban solo $535 dólares por más de 50 horas semanales y tras reclamar, sus jefes se molestaron y pusieron en práctica una táctica

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