Indocumentados deben denunciar a patronos por intimidarlos con estatus
Departamento del Trabajo considera que durante el gobierno de Trump han aumentado los casos de acoso
Desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca, las amenazas de patronos contra empleados indocumentados relacionadas con Inmigración, han aumentado en Nueva York. Y al mismo tiempo ha aumentado el miedo de denunciar, por lo que autoridades estatales tienen como prioridad que las víctimas de actos de retaliación, discriminación y amenazas, reporten los abusos.
Así lo asegura James Rogers, vicecomisionado de Protección Laboral del Departamento de Trabajo del Estado de Nueva York, quien advirtió que aunque en los últimos tres años ha habido unas 30 denuncias por estatus migratorio, la cifra está lejos de reflejar lo que a diario viven muchos empleados en sus sitios de trabajo.
“Es rampante y ahora mismo muchos trabajadores están recibiendo amenazas de sus patronos relacionadas con Inmigración y tenemos solo unas pocas denuncias, cuando comparamos las cifras con el problema real, y la razón es porque la gente sin papeles está aterrorizada de denunciar, especialmente después de las últimas elecciones presidenciales”, afirmó el funcionario, quien advirtió que el Estado de Nueva York le ha declarado una guerra sin cuartel a comportamientos ilegales de los empleadores.
Los patronos que intimiden por estatus migratorios se exponen a pagar hasta $10,000 en multas por la primera ofensa, dinero que va al Departamento de Trabajo, y hasta $20,000 en daños liquidados, que son entregados directamente al empleado.
“En el estado de Nueva York se protege a todos por igual. No preguntamos estatus y peleamos por los trabajadores, sin importar su documentación”, dijo Rogers. “Entendemos que la gente tenga miedo, pero queremos que denuncien las amenazas, porque eso es retaliación y queremos que lo hagan para poder ayudarlos y que sepan que están en un lugar seguro y vamos a pelear mucho para que tengan justicia”.
El inmigrante Manuel A es uno de esos empleados que asegura haber vivido en carne propia amenazas y actos de retaliación por haber reclamado sus derechos en el restaurante italiano de la Segunda avenida con calle 26, donde trabaja como cocinero. Allí, durante tres años, sus patronos le pagaban solo $535 dólares por más de 50 horas semanales y tras reclamar, sus jefes se molestaron y pusieron en práctica una táctica