Llamado a renunciar
Uno de los días más satisfactorios para mí en los últimos años fue el 13 de Marzo de 2013. En esa fecha el sacerdote Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa. Esta elección fue especial para mí por varias razones. En primer lugar era el primer Papa que perteneció a la Compañía de Jesús antes de aceptar el voto cardenalicio en Buenos Aires, Argentina. Yo fui alumno de los Jesuítas. En segundo lugar, Bergoglio, era el primer latinoamericano en convertirse en Papa. En tercer lugar es un Jesuíta al que conocí personalmente cuando visitó mi secundaria en los años 80, y recibí la comunión de sus manos.
Pero fundamentalmente este sacerdote venía precedido de un prestigio interesante. En sus años de Arzobispo en Buenos Aires rehusó vivir en la elegante casa Arzobispal. Vivía en un pequeño apartamento, comía frugalmente, se vestía modestamente - sin la pompa de las altas esferas de la jerarquía eclesiástica - y tomaba el bus para movilizarse. La expectativa era que este “outsider” había sido electo para poner orden en la iglesia católica, especialmente para romper el encubrimiento y secretismo en el tema de la pedofilia, que había sido la constante en los dos papados anteriores. Se sabe que Karol Wojtyla recibió documentación sobre cientos de abusos sexuales cometidos por el fundador de los legionarios de Cristo, Marcial Maciel, y guardó silencio. Se sabe que Joseph Ratzinger recibió abundante información sobre miles de casos de abuso sexual en Mi opinión es que si Bergoglio no está dispuesto a entregar a estos pedófilos criminales a la justicia ordinaria debería renunciar a su cargo. la iglesia católica mientras ocupaba el cargo de prefecto de la congregación para la doctrina de la fe y también guardó silencio. Es más, se especula que su renuncia se debió a que su propio hermano Georg Ratzinger estaba en estas listas.
Recientemente se dio a conocer la historia de abuso sexual de sacerdotes católicos en la diócesis de Pennsylvania. Los números son escalofriantes: 70 años de encubrimiento; 301 sacerdotes involucrados; y, más de 1000 víctimas.
Obviamente esto estaba en conocimiento de la jerarquía eclesiástica. Y según los reportes del buró federal de investigaciones, el actual Papa, Jorge Mario Bergoglio - quien ya cumplió cinco años en su cargo - ha estado siempre al tanto de esta situación.
Durante décadas la iglesia católica ha encubierto los casos de abuso sexual, ayudando inclusive a los sacerdotes pedófilos a escapar de la justicia ordinaria, cambiando a los abusadores de parroquia y hasta de país, o dejándolos simplemente irse.
La expectativa, al menos la mía, era que Jorge Mario Bergoglio iba a llegar a derribar desde su estructura esta edificación de corrupción, crimen y encubrimiento. No lo ha hecho, se ha convertido en un cómplice más.