El Diario

ESE DÍA QUE SE VAN A LA UNIVERSIDA­D...

- Luz María Doria PRODUCTORA EJECUTIVA DE DESPIERTA AMÉRICA

El día que dejé a mi hija Dominique en el pre kinder, hace 19 años la profesora me la arrebató de los brazos y me dijo en voz baja y como si la experienci­a se lo estuviera dictando al oído: “es mejor que se vaya rápido, las despedidas no deben ser muy largas...”

Recuerdo que cuando la fui a recoger, 3 horas después, la niña tenía los ojos hinchados de llorar.

Hace 4 años, cuando la dejé en aquel dormitorio chiquitico y desangelad­o de la Universida­d, fue la propia Dominique la que me despachó rápido... y yo la que me quedé con los ojos hinchados de llorar.

Regresar a casa sin que nuestra única hija viviera ya en ella fue muy doloroso. Yo extrañaba todo lo que antes podía ser motivo de un regaño: el desorden, la música a todo volumen, las escandalos­as fiestas con amigos...

En busca de alivio, decidí cerrar la puerta de su cuarto para hacerme a la idea de que estaba dormida adentro.

Pero no, mi niña adulta dormía a muchas millas de su casa... y yo sin ella no volvería a dormir nunca igual.

Al principio ella puso sus reglas. Y la primera fue tajante:

“Mami, déjame extrañarte. Déjame aprender a ser adulta”.

Este año más de 5 amigos míos han dejado a sus hijos por primera vez en la Universida­d. Lejos de casa. Y a todos me dan ganas de abrazarlos, llorar con ellos y decirles que entiendo perfectame­nte su tristeza.

“No quisiera decir que estoy triste porque este paso es una magnifica oportunida­d para ella”, me dijo Raúl de Molina cuando le pregunté como se sentía con su hija Mia viviendo en la Universida­d. “Digamos que se queda uno muy preocupado”.

Cuatro años después de haber recorrido esos mismos caminos, sólo les puedo decir a mis amigos que poco a poco la tristeza se va convirtien­do en ilusión. En la ilusión de esa primera vez que ellos regresan a casa y piden que les preparen lo que más le gusta comer...

En esa primera cena de Acción de Gracias y esa Navidad en la que hay más felicidad que todas las anteriores... porque ellos están de regreso.

En esa sorpresa deliciosa cuando ellos o uno se aparecen sin avisar. En ese primer verano donde toda la familia vuelve a estar unida en las vacaciones.

En esa primera vez cuando te abrazan, te confiesan cuánto han extrañado su casa y entonces entiendes que ellos han sufrido igual que tú, pero que este es su primer examen de madurez y lo quieren pasar con honores.

Mientras tanto, hay que darle gracias a la tecnología por el app que te los localiza, enseñarles como deben protegerse en esa ruta, a veces complicada, que los lleva hacia sus sueños, y no olvidarnos nunca de pedir siempre, siempre, refuerzo al cielo.l

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